viernes, 29 de febrero de 2008

No me den consejos que sé cómo equivocarme solo

Hay (por lo menos) dos manera de vincularse con un profesional: 1) Cuándo él es quien determina que es bueno para el cliente (paciente o usuario) y 2) cuando es el cliente (paciente o usuario) quien determina qué es conveniente para sí mismo.

Clásicamente el profesional es alguien que sabe lo que es bueno para todos y que además sabe cómo conseguirlo. Esta postura continúa vigente salvo que ahora ya hay muchas personas que saben lo que les conviene y sólo compran la destreza del profesional para conseguirlo.

Podría decirse que las personas menos capacitadas para saber diferenciar lo conveniente de lo inconveniente (por su escasa información o por su temperamento ávido de paternalismos) es la que aún se aferra al vínculo clásico, mientras que los que están informados (y/o rechazan los paternalismos), compran la destreza del profesional, no compran ni su opinión, ni su consejo, ni su idea de lo que es conveniente o inconveniente.

¿Para qué sirve esto que usted está leyendo? Sirve para explicitar algo que sucede pero que no se menciona. El modelo clásico (paternalista) parece el único posible y los profesionales que adhieren a él ni se cuestionan hasta qué punto están molestando a su cliente-paciente-usuario cuando en lugar de asesorarlo, pretenden dirigirlo, darle órdenes, aconsejarlo.

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11 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo necesito creer en dios y en la medicina. Si me sacan estas dos verdades de mi cabeza, me caigo. Por lo tanto, lo que se dice en este post, es mentira.

Anónimo dijo...

Soy médico y mucha gente nos critican de que nos comportamos como si nos creyéramos Dios. Lo que la gente no se da cuenta es que cuando se sienten enfermos acuden a nosotros esperando que nosotros seamos Dios y no vayan a pensar que es tan fácil desconsolar a un semejante sufriente. Traten de entendernos. No se piensa lo mismo cuando se está sano que cuando se está enfermo.

Anónimo dijo...

¡Ojo con la arrogancia colega psicólogo! No se olvide que todos los profesionales cobran sus honorarios en dos especies: en dinero y en 'sensaciones de poder'. Si nosotros no recibimos del paciente la sensación de que somos muy importantes para él, nuestro espíritu monárquico se verá desvalorizado y no podremos evitar entregarle un servicio empobrecido en la medida en que él devalúa nuestro ego.

Anónimo dijo...

Mi abuelo tenía una actitud que él decía que era muy clara y sencilla: su cuerpo y su auto los tenía sólo cuando funcionaban bien. Cuando andaban mal, se los entregaba al médico o al mecánico para que se los devolviera cuando funcionaran. Le pagaba a cada uno lo que correspondiera y nada de andar metiéndole filosofía a una cosa tan elemental.

Anónimo dijo...

Mi abuela es una caso. Cuando va al médico( un muchacho mucho más jóven que ella pero con especialización en geriatría)se hace la tierna, débil, sumisa, pregunta diez veces "¿ud. qué me aconseja Dr.? . Apenas sale del consultorio empieza a refunfuñar:"si este muchachito piensa que voy a comer sin sal, le está pidiendo peras al olmo... que raro ¿ viste nena como siguen aconsejando la copita de vino a la cena ?

Anónimo dijo...

Lo que pasa es que los médicos son dotores.

Anónimo dijo...

Los médicos y los abogados son los únicos licenciados que se reciben de doctores.

Anónimo dijo...

Yo sólo compro la destreza del profesional. Por ej. si voy a elegir psicoanalista, primero le hago la prueba de fuego y no le hablo en los 50 minutos. Si la pasa empiezo a irme sin saludar; si a la próxima sesión me lo interpreta me ofendo tanto que me levanto y me voy. A la 3ª sesión llego como si nada y le pago los minutos que estuve en la sesión anterior, si argumenta que tengo que pagar la sesión entera no vuelvo más y empiezo con otro, utilizando el mismo método hasta que no me exijan pagar la sesión interrupta. Después sigo tranquilo, porque ya quedó claro quién es el que domina la situación.

Anónimo dijo...

A la mayoría no le molesta que lo guíen y aconsejen, piden eso desesperadamente!!

Anónimo dijo...

Ahora entiendo porque nuestros jóvenes no llegan a tomar estudios terciarios ¡los profesionales tienen que aprender lo que es bueno para todos!

Anónimo dijo...

En algunas reuniones que participo como sapo de otro pozo, siento que algunos psicoanalistas dicen que lo que finalmente termina curando a sus pacientes es el vínculo que entablan con ellos y yo como economista pienso que pueden tener razón porque para mi un psicoanalista es como un amigo pero que no se mete en los asuntos del que aconseja.