miércoles, 13 de febrero de 2008

Neurotransmisores – Gragea Nº 47

La excesiva lentitud de los procesos judiciales imparte un alto grado de injusticia.

En los países donde aún se conserva la pena de muerte, los ciudadanos más convencidos de la legitimidad de esta sanción igualmente se sienten incómodos cuando se produce la ejecución porque ya nadie recuerda qué la motivó.

El estado de incertidumbre del reo y sus seres queridos ya de por sí constituyen una forma de castigo efectivizado antes de que exista la convicción sobre la culpabilidad.

Los seres humanos tenemos dificultad para hacer justicia y a veces los procesos se extienden por esta incapacidad y no necesariamente por razones burocráticas. Nos creemos muy diestros en diferenciar el bien del mal pero a la hora de juzgar responsablemente estos conceptos tan nítidos, se vuelven borrosos.

Esta gragea puede servir para relativizar serenamente los deseos de juzgar a otros y también para no tomar con demasiado seriedad a quienes nos condenan sumariamente.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Voy a poner este cartel rojo en la puerta de mi cuarto para que mi vieja se deje de joder cuando se pone a gritar por el olor del porro.

Anónimo dijo...

¡Qué tiene que ver que la justicia demore, con que la justicia no existe! ¿De qué me habla licenciado? Cuando cursaba 6º año opción derecho, nos dijeron que la justicia humana era imperfecta. Esa enseñanza dio lugar a una conversación con un cura amigo. Adivinen lo que me dijo: "que la verdadera justicia es la divina". ¿Qué habrá querido decirme? Todo ese rollo del juicio final, el paraíso y el infierno. No puede ser tan caradura.

Anónimo dijo...

Si no juzgamos y además nos tomamos tranqui las pelotudeces que digan los demás ¿no nos volveremos todos una manga de monjes tibetanos?

Anónimo dijo...

ES CIERTO. QUE MATEN A TODOS LOS CRIMINALES YA!!!