domingo, 19 de septiembre de 2010

El hortelano del perro

«A mi perro le falta hablar» dicen muchos perrotenientes (1).

Cuando alguien habla así, lo que en realidad está diciendo es que el animalito dice muchas cosas pero sin usar el lenguaje humano.

Los perros (y casi todos los animales), tienen una actitud ambigua que los humanos interpretamos como más nos gusta.

Me interesa comprender cómo hacen ellos para vivir de nosotros, para ser nuestros parásitos bienvenidos, para ser nuestros amos haciéndonos creer que son nuestros esclavos.

Seguramente se trata de algo que hasta ahora se ha resuelto negando la verdadera condición del vínculo.

Desde hace miles de años, los perros encontraron la forma de vivir de los humanos a cambio de algunas tareas, pero también a cambio de nada.

Muy pocas personas explotan el trabajo de los perros y muchas personas explotan el trabajo de otros humanos.

Una hipótesis de estilo psicoanalítico diría que la mudez de los perros es un elemento esencial.

Según parece, el idioma somete a los usuarios. Si usted observa con detenimiento, sólo podemos pensar obedeciendo las normas gramaticales del lenguaje.

Pensamos construyendo silenciosamente oraciones que cumplen reglas sintácticas estrictas.

Para escribir «hijo celeste El simpatizo como», tengo que hacer el esfuerzo de concatenar palabras elegidas aleatoriamente.

Aunque los perros sólo quieren a otros perros (observe cómo los prefieren cuando pueden optar entre ellos y usted), tienen la habilidad de hacernos creer que nos prefieren.

Con cuatro o cinco gestos polivalentes (polisémicos) como son mirarnos a los ojos, mover la cola, agachar la cabeza, no evacuar sus desechos digestivos dentro de la vivienda y pocas cosas más, ellos tienen casa, comida, abrigo, servicios veterinarios, caricias y paseos.

Ellos no hablan, pero inspiran en nosotros oraciones gramaticalmente correctas, cuyos contenidos incluyen lo que más deseamos: ser amados tal cual somos, sin juzgarnos, con nuestros olores naturales.

(1) Creo que acabo de inventar esta palabra. Así como terrateniente es quien tiene grandes extensiones de tierra, un perroteniente es quien supone tener «un perro maravilloso».

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14 comentarios:

Clavelina dijo...

Los estudiosos del comportamiento animal saben interpretar sus actitudes, así como los psicólogos interpretamos síntomas, comportamientos y sueños humanos.

Bichi dijo...

Un ladrido dice más que cien palabras.

Fabián dijo...

Los perros nos tratan de igual a igual, y si nosotros les damos a entender que ellos son los amos, asumen ese papel enseguida.

Magela dijo...

Algo que nos inclina a querer a los perros es que los suponemos libres de toda maldad, cuando en realidad provocan daños que a un ser humano no le toleraríamos.

Lautaro dijo...

Quién va a pensar que los perros son buenos o malos? Los perros son a-morales, por eso con ellos si nos cabe la idea de que no poseen libre albedrío.

Carlos dijo...

Mi mujer me ladra pero no posee la virtud de la mudez como los perros.

Silvia dijo...

A mí lo que más me conmueve de mi perro es como me pone la cabeza abajo de la mano para que se la acaricie.

Anónimo dijo...

Ahora me animo a decirlo: estoy celoso del perro de mi novia.

Francisca dijo...

Los perros viejos no son complicados. Fue por eso que llevamos al Hogar de ancianos al abuelo y Sultán se quedó en casa.

Marina dijo...

Yo sólo salgo a pasear con mi perro. Con él me siento segura.

Adriana dijo...

Cómo sabe ud si los perros nos quieren o no nos quieren?
Si se les da comida y afecto nos quieren, como los niños.

Emiliano dijo...

No entiendo como ella puede mantener a sus perros y no tiene la buena voluntad de mantenerme a mí.

Verónica dijo...

Dicen que quien quiere a los animales no puede ser una persona mala. La verdad no tengo idea por qué lo dicen.

alfumetto dijo...

En Uruguay es terrible como la Ley protege a los perros asesinos, los políticos consideran de mala suerte electoral ir en su contra y ellos cagan y usan nuestros ámbitos y parques, calles; de baño, amoblada, etc. sin que a nadie se le mueva un pelo. Las sociedades protectoras de animales consiguieron que esté prohibido matar un perro, y los novillos, pollos, cerdos etc. singuen cayendo sin reivindicación.