lunes, 6 de septiembre de 2010

La tregua cansadora

En un artículo publicado el año pasado (octubre de 2009) (1), decía textualmente «La revolución industrial en Inglaterra (siglo 18) enfrentó violentamente a los dueños de las máquinas con los obreros que se quedaron sin trabajo por «culpa» de ellas.»

Esto ocurría hace tres siglos.

En un artículo reciente (2), les decía que hace más de dos siglos, el parlamento inglés prohibió el comercio de esclavos.

En suma 1: La introducción de tecnología, generó desocupación y fuertes conflictos sociales.

Posteriormente, se prohibió la esclavitud, quizá como forma de paliar la desocupación de las clases trabajadoras.

En los hechos, todos necesitamos trabajar pero, si nos dieran a elegir, optaríamos por vivir de alguna renta que otro se encargara de pagarnos.

Con esta frustración a cuestas, procuramos conseguir un trabajo y, cuando lo tenemos, desearíamos no tener que trabajar.

Al estar motorizados por estos dos sentimientos opuestos, el mercado —siempre atento a encontrar oportunidades para realizar sus ventas con afán de lucro—, se dedicó a atender ambos extremos de la contradicción.

Los inventores han encontrado mil formas de facilitar nuestras tareas, disminuir el esfuerzo que tenemos que hacer para preparar alimentos, construir edificios y hasta para masturbarnos.

Por su parte, los inventores dedicados al otro extremo de nuestra bi-polaridad, han creado artefactos y estilos de vida dedicados a gastar toda la energía que ahorramos con las máquinas facilitadoras.

Es decir, ahorramos cien calorías porque la puerta de la cochera se abre con un control remoto accionado por una leve presión de nuestro pulgar, salimos con el auto, vamos a un parque, costanera o bosque, y gastamos ahí las cien calorías que habíamos ahorrado con el control remoto.

En suma 2: Ahorramos para despilfarrar. Nos evitamos esfuerzos para luego esforzarnos en tareas sin un objetivo práctico.


(1) Sistema inmunológico explotador


(2) La esclavitud de los animales no humanos

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11 comentarios:

Margarita dijo...

El otro día escuché en el colectivo a un pibe de 12 o 13 años que le decía a sus compañeros de liceo, que si no tuviera la obligación de estudiar se aburriría muchísimo, y que no podría disfrutar de las vacaciones si no fuera porque éstas son el descanso del esfuerzo anterior. Sacar estas conclusiones siendo tan jóven, es más que meritorio.

Laura dijo...

Adoro las tareas que no tienen un objetivo práctico, son las que disfruto más.

Guzmán dijo...

Para gastar cien calorías abriendo una cochera, ésta tendría que ubicarse en el sótano de un castillo custodiado por dragones.

Cecilia dijo...

Para vivir sin trabajar hay que tener mucha vida interior.

Analía dijo...

No me gusta gastar energía en tareas rutinarias y aburridas.

Mayte dijo...

Siempre que se desarrolla una tendencia, aparece un pequeño subgrupo contestatario que posibilita desarrollar lo que la tendencia mayoritaria excluye. Por ej, las comidas rápidas o prontas para calentar, tienen como contrapartida la posibilidad de aprender a cocinar con refinamiento, creatividad y espíritu de juego, accediendo a la enorme oferta de programas de cocina que prosperan en la TV, los libros, revistas, etc.

la gordis dijo...

Tengo la cinta de caminar en casa porque el médico me ordenó que caminara todos los días, entonces yo la tengo para caminar en casa cuando llueve. Lo que tiene es que el ejercicio me despierta el apetito. El médico dice que además el ejercicio acelera el metabolismo, pero eso a mí no me pasa. Entonces como más y engordo. Como estoy más gorda me veo fea y me deprimo. Para eso el psiquiatra me mandó antidepresivos y que hiciera mucho ejercicio para liberar endrofinas. Pero cuando libero endorfinas me pongo alegre y me entran ganas de comer. Y entonces engordo, y trato de caminar más rato para bajar de peso, y llego famélica a casa, y ya no sé qué hacer con mi vida!

Lorente dijo...

Si soy franco conmigo mismo, debo decir que detesto las vacaciones. Ya sé que las espero todo el año y que siempre me quejo de mis largas jornadas laborales, pero debo admitir que las vacaciones no son para cualquiera. Constatar esto me ha servido para tomar una decisión: en enero empiezo terapia.

Roque dijo...

Tengo un trabajo sedentario y en mi tiempo libre leo mucho. Sin embargo no acumulo energía. No siento deseos de salir a correr, o a hacer fierros o pegarle a una bolsa de arena. Ni siquiera me dan ganas de sacar a pasear al perro. Estoy convencido de que en los trabajos sedentarios se puede gastar mucha energía. No sé... o es eso, o de lo contrario el cuerpo no me da para más.

Andrés Entrelíneas dijo...

Hace tiempo que me afano en comer locro, pero aunque estoy siempre atento, nunca voy al mercado a comprar porotos, maíz y zapallo.

Charlie Max dijo...

Los inventores nos facilitan la tarea y nosotros nos volvemos cada vez más torpes. Entonces se forman dos clases: la de los inventores dominantes y la de los torpes explotados.