En un artículo (1) anterior, decía que en el inconsciente de algunas personas puede estar la inhibición de sentirse «rico» porque piensan que esa condición refiere al significado «alimento sabroso».
Dada la irracional conducta de nuestro inconsciente, esas personas pueden huir del dinero porque —si lo tuvieran y se convirtieran en «ricos»—, sus vidas correrían peligro porque otras personas desearían —literalmente— devorarlas.
Como siempre ocurre, «el pecado está en la mente del pecador», es decir, que no son pocas las personas que tienen extrañas tentaciones, deseos, intenciones, y que —para sorpresa de ellos mismos—, no se explican cómo logran reprimirlos.
A todos nos ocurre: a veces nos alarman algunos pensamientos, deseos, fantasías.
Felizmente, son poquísimos quienes pasan al acto y realizan crímenes atroces ... que, en el pensamiento, alguna vez pasaron por nuestra cabeza.
Observe que aquello que interpretamos en las acciones o discursos de los demás, no son otra cosa que nuestras propias ideas que le atribuimos al otro.
Por lo tanto, si enfrentados a nuestra necesidad de ganar dinero para solventar los gastos propios y de nuestra familia, pensamos que:
— Nadie quiere ayudarnos, es porque intuimos que no nos gusta ayudar;
— Los demás quieren robarnos, es porque intuimos que nos gusta apropiarnos de los bienes ajenos y que, si no lo hacemos, es por temor a ser descubiertos y castigados;
— Otros agotarán todos los recursos sin dejar nada que podamos aprovechar (ganar, participar), es porque intuimos en nosotros una voracidad tan feroz, que hasta agotaríamos cualquier fuente de recursos (seno materno, contenido de la heladera, bosques, agua potable, etc.).
En suma: Nuestro diagnóstico de las posibilidades que tenemos de ganarnos la vida, está condicionado por nuestras intenciones más inconfesables.
Una evaluación pesimista de los recursos disponibles en el mercado, surge de nuestros deseos depredadores, agotadores, exterminadores.
(1) ¡Hola bombón!
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9 comentarios:
Uno de los lugares más seguros para guardar, es el estómago.
Por ahora mi deseo exterminador se limita a las plagas, pero hasta que no las extermine totalmente no voy a poder empezar a vivir.
Cuando no hay recursos disponibles, todos nos volvemos depredadores. Es un círculo vicioso.
Nuestras intenciones más inconfesables nos persiguen de cerca mientras vivimos en la casa de nuestros padres. Por eso es difícil ganarse la vida hospedándose allí.
Yo ayudo pero no dejo que me ayuden; no me gusta crearme compromisos.
El otro día me gritaron "sabrosona!", y a mí me gustó mucho.
No hay mejor defensa que un buen ataque. Si tenés miedo a que te devoren por ser rico, no te amilanes. SÉ RICO! y después devoralos a todos.
Los que ayudan son un estorbo.
Y después dicen que yo soy torpe!
Me anoté en la Escuela de Cine. Allí podré evacuar mis pensamientos más atroces.
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