martes, 18 de febrero de 2014

El rendimiento del ser humano y del dinero

Los trabajadores que contratamos no se desempeñan siempre igual a lo largo de la jornada o a lo largo de la semana, sin embargo nuestro dinero siempre vale lo mismo.

Les comentaré una idea absolutamente sencilla pero que, sin embargo, casi nadie la tiene en cuenta, como si fuera desconocida o compleja.

Las premisas de esta idea son dos:

1) Los seres humanos no somos máquinas (¡obviedad!);

2) El dinero posee un valor constante dentro de las 24 horas, es decir, a las 8 a.m. vale lo mismo que a las 8 p.m. (¡otra obviedad!)

Existe una notoria diferencia entre el rendimiento del ser humano y el rendimiento del dinero.

El rendimiento del ser humano decrece con el cansancio mientras que el rendimiento del dinero es constante.

Cuando pactamos la contratación de cualquier servicio, tales como sanitario, médico, mecánico o el que usted imagine, no será lo mismo que realice nuestro trabajo cuando él está descansado a que lo haga cuando está cansado o con el sueño que surge después del almuerzo.

Le pagaremos con un valor constante (dinero), pero él nos entregará un valor inconstante.

Por lo tanto, dependiendo de la precisión requerida por el trabajo solicitado o la edad del contratado o de la urgencia de la ejecución, no debería sernos indiferente que nos asigne cualquier horario. Nos convendría más si nos ubicara en su horario de excelencia y no nos convendría que nos ubicara en su horario de  menor rendimiento.

Si el trabajo insumiera más de una jornada, deberemos evitar los lunes y los viernes. Los mejores días son martes, miércoles y jueves.

Cuando tenemos que concurrir a un comercio o institución que nos atiende en forma permanente, debemos tener en cuenta que los mejores empleados están en los horarios centrales y que los peores empleados están en los horarios marginales. Por lo tanto, no sería bueno consultar un médico un día domingo al medio día porque ese trabajador es el que posee el peor desempeño.

Es sabido por todos que los trabajadores con menos méritos no acceden a las condiciones laborales más convenientes. Por eso deben desempeñar su tarea en días y horarios en los que nadie quiere trabajar.

De todas estas ideas tan simples y que, como dije, casi nadie tiene en cuenta, hay una idea que la mayoría conoce y que sí tiene en cuenta: los mejores técnicos están sobrecargados de trabajo y tenemos que esperarlos un largo tiempo. Esto lleva a que, aplicando este criterio, muchas personas elijan a quien más tengan que esperar.

(Este es el Artículo Nº 2.126)


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