Mucha gente importante está inexplicablemente
alarmada por una eventual confrontación violenta entre 3.750 millones de pobres
(leyó bien) y 85 híper millonarios.
Para comenzar el año 2014
tuvimos dos reuniones de los pobres humanos. Una en Davos (Suiza), organizada
por el Foro Económico Mundial y la otra en Cuba, organizada por la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Los «pobres humanos» nos
reunimos en dos lugares diferentes porque unos disponemos de más dinero que los
otros. En Suiza nos reunimos quienes disponemos de más dinero y en Cuba nos
reunimos quienes disponemos de menos dinero.
Todos somos igualmente pobres ante la vida, todos nos angustiamos, todos
vivimos esclavos de algo o de alguien y todos terminaremos de la misma manera:
muriendo, liberándonos en menos de un segundo de lo que tuvimos y de lo que
padecimos.
El libro se cerrará y nuestro relato
vital habrá terminado.
Según los medios de comunicación que han tratado profusamente las
alternativas de estas reuniones, lo preocupante es la progresiva desigualdad
entre unos y otros. Si la humanidad toda fuera un cuerpo biológico, nos
estaríamos desmembrando. Es como si, por razones económicas, ese cuerpo
imaginario, (la especie, la humanidad), estuviera despanzurrándose.
Los expertos dicen que la brecha entre pobres y ricos es cada vez mayor.
La humanidad tiene una herida que, en vez de cicatrizar, cada vez se abre más.
¿Cuál es el temor que provoca esta desigualdad entre la inmensa mayoría
de pobres y la pequeñísima cantidad de híper millonarios? Tememos un estallido
social, es decir, tememos que los 3.750 millones, (la mitad de la población
mundial), de pobres ataquen a los 85 ricos.
Si tal estallido ocurriera, ¿cuántos milisegundos podría durar el
exterminio de estas 85 envidiadas y odiadas personas?
No puedo creer que tantos periodistas, gobernantes, técnicos e
intelectuales en general, pierdan su tiempo alarmados por un peligro que parece
insignificante.
¡Acá hay algo más!
(Este es el Artículo Nº 2.113)
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