Los jóvenes no consiguen trabajo mientras no
entienden que solo reciben dinero quienes entregan algo MÁS valioso que el
dinero que reciben.
Amo estudiar, pero no estoy a
favor de estudiar por razones éticas, cumpliendo un mandato patriótico,
ciudadano, moral.
Quien estudia sin ganas
funciona como una mujer que se expone a ser violada, que sufre por ser violada,
pero que, en el fondo, le gusta porque se gratifica con la sensación del «deber cumplido».
La enseñanza es un negocio como
cualquier otro servicio: sanitaria, limpieza, pintura de casas, mueblería,
decoración.
Hay quienes se dedican a
enseñar porque ganan dinero honradamente atendiendo la necesidad de algunas
personas de aprender lo que más les gusta o atendiendo la necesidad de algunas
personas de obedecer ese mandato cultural de «ser estudiante», «de aprender lo
que le dicen que debe aprender», de ocupar su tiempo y energía como otros
quieren, en desmedro del propio interés y deseo.
Quienes estudian por obediencia me entristecen. Son casos de esclavitud
contemporánea. Quienes estudian por obligación han perdido parte de la dignidad
humana. Siguen mereciendo el mismo amor que nos merecemos todos: quienes
hacemos un trabajo con placer y quienes hacen un esfuerzo porque están
obligados, pero esta igualdad en el merecimiento de amor no oculta la
desigualdad que los perjudica: no son dueños de su deseo, tienen que alquilar
su cuerpo para que otros lo usen para gozar a través de él. Igual que mis
amadas prostitutas.
Por ejemplo: existen personas que aman el idioma inglés, sin embargo,
muchos estudian como prostitutas, es decir, porque otros les insisten, los
presionan, usan ese cuerpo juvenil para hacer lo que ellos no hacen: gozar el
propio cuerpo, tiempo, energía.
Estudiar inglés actualmente es como perder tiempo recordando los
resultados de todas las multiplicaciones, siendo que las máquinas de calcular
están incorporadas hasta en el infaltable teléfono.
No busquen culpables. Esto ocurre de este modo porque así están organizadas
todas las sociedades. Si los esclavos buscan culpables de su esclavitud es solo
para alentar una imaginaria justicia que, por lenta, los mantendrá en la
prostitución en forma crónica.
Uno de los motivos por el cual no existen culpables es que muchas de
estas esclavitudes cuentan con la complicidad de los esclavos.
Cuando los jóvenes conservan la omnipotencia infantil son idealistas, se
llevan el mundo por delante y se imaginan que pueden ganarse el sustento cuando
quieran, con la misma facilidad que consumen los recursos que les proveen los
padres.
La omnipotencia y la búsqueda de culpables son síntomas de la enfermedad
más insidiosa que afecta a la humanidad: la esperanza. A veces los padres
necesitan fallecer para que estos delirantes esperanzados logren entender que
el dinero no se gana a pura voluntad. Solo se gana entregando algo que para
otros sea más valioso que el mismo dinero. Si lo que entregan no es más valioso
que el dinero, entonces se lo guardarán porque nadie es tan tonto de permutar una
cosa valiosa por otra menos valiosa.
Lo repito: para recibir dinero de alguien tenemos que entregarle un
esfuerzo que ese alguien valorice MÁS que el dinero que entrega. Dije «MÁS»: ni
siquiera igual.
(Este es el Artículo Nº 2.122)
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