sábado, 15 de febrero de 2014

La poligamia y la desvalorización femenina

La mayoría de los occidentales considera, sin darse cuenta, que la mujer constituye, para los hombres, una compañía tóxica, que solo es admisible en la dosis mínima.

En otro artículo (1) les comentaba que los varones somos, básicamente, polígamos, pero que, al llegar a la ancianidad tenemos que buscar la compañía de una sola mujer porque ya nadie nos convoca para ser padres de sus hijos y, si alguna lo hiciera, nuestro cuerpo nos impediría un desempeño tan eficiente como cuando éramos jóvenes.

Aunque de baja intensidad, la guerra entre los sexos existe. Ellas nos critican y nosotros las criticamos. El propio acto sexual fecundante requiere algo de agresividad de parte del varón, que ella soporta excitándose aún más.

Mayoritariamente, ellas desean hombres en exclusividad, necesitan que él sea monógamo, no desean compartirlo con otras mujeres, como si fuera uno de esos objetos que tradicionalmente nadie presta: la moto, la guitarra, la ropa interior, los zapatos.

La Iglesia Católica es, en la cultura occidental, la que tiene más cantidad de fieles.

Observemos esto: Quienes no pertenecemos a esa congregación podemos pensar que para ellos lo mejor es no vincularse con mujeres porque, desde los sacerdotes de menor jerarquía hasta el Papa deben ser célibes, es decir: son hombres que evitan al sexo femenino para cumplir su tarea.

A continuación podemos pensar que los fieles masculinos no deberán tener más de una mujer cada uno. La Iglesia Católica profesa la monogamia. Aunque irracionalmente todos consideran que la monogamia enaltece a la mujer, la lógica me sugiere todo lo contrario pues la considera un ser bastante inconveniente, poco valioso, necesaria solo como vientre. De hecho, las monjas ocupan un lugar categóricamente secundario dentro de las jerarquías eclesiásticas.

En otras palabras: si los mejores varones de la Iglesia Católica no aceptan la convivencia con alguna mujer y a los varones no sacerdotes se les autoriza la convivencia solo con una, entonces esta restricción es protectora de los varones y no de las mujeres ni de la familia, como se alega insólitamente.

En suma: La iglesia que concita la aprobación de la mayor cantidad de personas está diciendo que la mujer para el hombre es inconveniente y que, si no hay más remedio, que se vincule con una sola (monogamia).

Para reafirmar este desprecio al sexo femenino, nos encontramos con que todos los religiosos entienden que un varón que se vincule con más de una mujer (polígamo) es alguien reprobable. Las mismas mujeres, en un gesto paradójicamente machista, repudian a los varones que las aceptan demasiado.

Todo esto es muy normal en una cultura 99% neurótica, que piensa una cosa, hace otra, pero desea una tercera. Es decir, predomina la neurosis. Puesto que esta organización psíquica patológica disminuye la eficacia productiva, podríamos estar ante una de las miles de causas (desvalorizar religiosamente a las mujeres) por las que no podemos erradicar la pobreza.


(Este es el Artículo Nº 2.123)


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