domingo, 16 de febrero de 2014

La frugalidad sexual

El cristianismo católico profesa la pobreza hasta en el desempeño erótico de sus fieles.

En otro artículo (1) digo que los ancianos no tienen más remedio que ser monógamos. En este otro diré que un varón monógamo tampoco tienen más remedio que serlo porque es conformista, sedentario o escasamente atractivo para otras mujeres, además de la que lo posee.

Este otro tipo de varones funciona como los ancianos mencionados al principio.

La mujer que lo posee en exclusividad también es conformista, repele enérgicamente la incertidumbre, rechaza la idea de que pudiera ser comparada con otra. Para quitarse estos problemas, aplica un violento y dominante rigor para conservarlo para ella sola.

Quizá él sea hijo de una madre castradora que lo educó en una monogamia anti natural, para entregárselo a una nuera, igualmente castradora, que nada tuviera para criticar a la educación impuesta por la suegra.

Estas conductas matriarcales no están ni bien ni mal. Solo son así. Quizá solo gesten varones mediocres, inmaduros, escasamente creativos, muy obedientes, profundamente temerosos e inseguros, pero monógamos. Completamente monógamos.

Entre los católicos, el celibato de los sacerdotes indica, entre otras cosas, que las grandes tareas (como ellos creen que es el desempeño del sacerdocio), solo puede realizarse sin mujeres.

Quizá el monógamo católico sea casi un sacerdote, aunque de la más baja jerarquía eclesiástica porque no es célibe.

En esta ideología, un hombre perfecto no tiene mujer, uno imperfecto pero aceptable tiene una sola. Si tuviera más de una, está condenado como si fumara, bebiera o comiera hasta saciarse.


(Este es el Artículo Nº 2.124)


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