Existen el ocio productivo y el improductivo. Éste es el más conocido porque es el que suele condenarse cuando se lo asocia a la indolencia, a la irresponsabilidad, a la haraganería, aunque también puede estar causado por razones de salud mal diagnosticadas.
El ocio productivo tiene menos fama porque suelen practicarlo personas que han logrado independizarse del sentido común.
Sin profundizar en exceso, tenemos dos formas de ocio productivo.
1) El más común es el descanso, la recuperación de fuerzas, las vacaciones periódicas porque permite que la capacidad de trabajo se mantenga en su máximo nivel a lo largo de los años.
2) El menos común es el ocio reflexivo que utilizamos para confirmar que continuamos en el camino previsto, el que nos confirma que la estrategia trazada sigue vigente y que no necesita retoques por cambios en las circunstancias, el que nos permite revisar los métodos para cerciorarnos de que no habrían otros más eficaces.
Entre las clases sociales menos favorecidas suele prevalecer el criterio de que no hay más remedio que «trabajar y trabajar», con lo cual queda desperdiciada nada menos que la inteligencia.
Es desventajoso delegar la función de pensar.
Cuando las personas desisten de usar su inteligencia en beneficio propio y prefieren darle esa tarea a los empleadores, gobernantes, líderes sindicales o religiosos, se exponen a ser explotados por los inescrupulosos (que lamentablemente, nunca faltan).
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17 comentarios:
No es que el dinero busque al dinero: Los que lo tienen saben como hacerlo. Dicen que el segundo millón es mucho más fácil que el primero.
Mirá, yo no tengo casi nada para delegar, pero no me pidas que piense porque prefiero subir una montaña en ojotas y reculando.
Mi problema es que pienso demasiado y no paso a la acción. Cada vez tengo más miedo de decidir, me siento frágil y creo que la primer frustración importante terminará desmoronándome.
Entre la rutina y el ocio improductivo, me quedo con el ocio improductivo. No es que sea una elección consciente, es lo que hago. Levantarme y hacer siempre lo mismo se me vuelve insoportable. Lo que no sé es porqué no hago otras cosas. Antes entusiasmarme con algo me resultaba más fácil y ahora me es cada vez más difícil.
El asunto es poder pensar sin morirse de miedo.
Hasta ahora no logré unas vacaciones reconfortantes, prefiero trabajar como un burro a tener que decidir qué es lo que voy a hacer cada día.
Me la juego afirmando que la haraganería no existe, lo que llamamos indolencia encubre distintos grados de depresión de los que ni siquiera el portador es consciente.
Las feministas son enemigas de las mujeres ¡A cuál de ellas se le ocurrió afirmar que la menstruación no es una enfermedad! Teníamos derecho a una semana sabática en el mes y por ganar no se sabe que derechos cada vez vamos perdiendo más beneficios.
Martincito capta enseguida mis momentos de ocio productivo porque los interrumpe con su llanto de manera sistemática.
Que no venga Alba diciendo que no existen los irresponsables, ventajeros, los que siempre buscan la fácil y se la pasan usando a los demás. De esos hay muchos y les aseguro que sólo se deprimen si no se salen con la suya.
¿Le parece que haya que levantarle el Grito de Asencio al sentido común?
Pensar me pone muy ansiosa. Se me ocurren muchas cosas y todas se ubican en el futuro. Yo sólo puedo existir en el presente y llenar mi presente de futuro me desasosiega.
En los juegos de equipo, son buenos los jugadores que no pierden noción de la cancha, de sus compañeros, de los contrarios. Otros, agachan la cabeza y enfilen para el arco contrario pase lo que pase, y se parecen a los que trabajan y trabajan, sin descanso.
En todo grupo hay un líder o un déspota: el líder hace las cosas tan bien que no te dan ganas de pensar y el déspota te anula con su prepotencia entonces tampoco dan ganas de ponerse a opinar.
Lo q son las cosas: yo descanso trabajando porque mi familia me agota. Paradójico no?
Estamos acostumbrados a que los demás nos digan lo que tenemos que hacer: por ahora falta publicidad para que respiremos, hagamos caca y pichí. Todo lo demás está ordenado desde la publicidad que nos cuida. Sin una propaganda de gran nivel que nos aliente a pensar, yo por lo menos, no creo que pueda arrancar solo y menos aún hacerlo durante dos días seguidos.
La formación nos condiciona mucho. Salidos de la facu, tenemos un método y con él resolvemos el día-a-día. Cambiarlo? Mmmm: no entusiasma vale?
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