Lo que importa es ser feliz, estar contento, conforme, satisfecho, alegre, de buen ánimo, sin tristeza, sin dolor, sin angustia, sin culpa.
Por lo que nuestra memoria puede evocar, todo esto estuvo en nuestra niñez. Esto es lo que preferimos recordar. Los malos momentos de la niñez casi nadie los recuerda (¡por suerte!).
En ese momento de nuestras vidas tenemos una madre generosa y rica, con glándulas mamarias repletas de rica leche que nos calma el dolor del hambre y nos da sueño para que podamos dormir pacíficamente.
En ese momento de nuestras vidas tenemos un padre grande y poderoso, que nos cuida de todo lo malo que nos pueda pasar. Si somos obedientes y tenemos buena conducta, él siempre estará de nuestro lado para protegernos.
Pasan los años, la deliciosa niñez queda atrás, la extrañamos, tenemos nostalgia de ella pero algo maravilloso ocurre en nuestras vidas.
Descubrimos que aquella madre rica y generosa está representada por una iglesia llena de oro, colores, luces, lujo y estatuas de hombres y mujeres con cara de sufrimiento o con mirada bondadosa y gestos de paz.
Nos hablan de que tenemos un padre celestial que vive en esa madre-iglesia. Él es grande y poderoso, nos cuida de todo lo malo si somos obedientes y tenemos buena conducta.
El papá Dios y la mamá Iglesia me dicen que tengo que darles todo lo que pueda, que no debo tener ambiciones materiales, que no me querrán si me convierto en rico.
Todo esto me permite vivir nuevamente como cuando era un niño feliz, alegre, sin angustia y sin culpas. Si soy un adulto pobre, podré revivir los dulces tiempos de la niñez.
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18 comentarios:
Está clara la razón por la que algunas personas son creyentes. Es un continuismo.
Usted está pirado.
Las congregaciones son una familia: Está la Madre Superiora, le Padre, los hermanos. No tienen siquiera diferencias en las denominaciones.
No concebiría mi vida sin pertenecer a este colectivo.
Cuando mi padre me tiraba por el aire sentía una mezcla de alegría, exitación y miedo que no se me borró nunca. En esos tiempo él era para mí un super-héroe. Esa admiración fue modificándose con el tiempo, nuestra relación cambió mucho. Hoy el viejo me inspira tanta ternura que quisiera ser yo el hombre grande que le soluciona todos los problemas.
De niño fui muy pobre y me juré no pasar nunca más por eso.
Yo estoy alegre y sin culpa pero por alguna razón que desconozco, todos los que tengo alrededor me miran con cara de culo.
Mi madre no tenía leche. Tenía mamadera, claro, pero se olvidaba de dármela. Cuando mi llanto se volvía insoportable al fin me la daba, pero tan caliente que me quemaba hasta el alma.
No es que yo recuerde todo eso. Me lo contó la mal nacida de mi abuela.
La madre iglesia no termina de convencerme porque no tiene dulces.
El padre celestial no debería vivir de la madre iglesia. Así estamos como estamos, llenos de vividores.
Papá Dios y mamá Iglesia están confundidos porque cada vez que voy a misa, pasan la canastita. Tendré que concurrir sólo los domingos.
Soy un adulto pobre pero a los deliciosos tiempos de mi niñez no hay desfibrilador que los reviva.
Desgraciadamente descubrí que aquella madre rica y generosa ejercía la prostitución por las noches.
EN MI VIDA NO OCURRIÓ NADA MARAVILLOSO GIL
El padrino sacerdote me pidió que le mostrara mi cosita.
Con todo lo que avanzó el maquillaje artístico, ahora podríamos hacer unas estatuas de dolor subyugante!
El padre celestial dice que aunque sea rico me quiere porque yo soy muy generoso.
Lo que importa es ser feliz dice usted y agrego: lo importante de ser feliz es que ésta es una señal inconfundible de que está todo bien, que hay salud física y mental.
Supongo por el perfil que le leí, que esta es una explicación psicoanalítica del fenómeno religioso. Es interesante. No es mi caso, eso sí.
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