En el artículo titulado «Tu competidor lo tiene más barato» hago algunos comentarios sobre el arte de regatear.
Al regateo podemos llegar por dos motivos principales: porque nos complace hacerlo o por rigurosa necesidad.
Una de las frases decisivas en los regateos la expresa el comprador cuando dice «sólo tengo esta cantidad de dinero» (y muestra al vendedor los billetes y monedas).
Se esperan del vendedor dos posibles reacciones: 1) un rechazo categórico y hasta con enojo, o 2) una aceptación con cara de víctima resignada (estoy omitiendo la «contraoferta» para no extenderme demasiado).
Pero ahora tenemos que hacernos la pregunta: ¿Cuánto vale realmente ese objeto que se vende?
Ya sabemos que los precios en una economía de mercado se fijan por la ley de la oferta y la demanda. Por lo tanto es razonable que en épocas de abundancia de dinero (cobros de sueldos o aguinaldos) los vendedores «sepan» que sus bienes «son más valiosos» porque los compradores disponen de más dinero, mientras que en la segunda mitad de cada mes, sus bienes «son menos valiosos».
Este funcionamiento hace que la escasez y la abundancia sean contagiosas. Si mis clientes son personas prósperas, yo puedo llegar a serlo y si mis clientes son personas con economías ruinosas, es probable que a mí me vaya mal.
Por lo tanto, en una economía de mercado, donde los bienes circulan libremente y los precios se fijan por la ley de la oferta y la demanda, para nadie puede ser indiferente la situación económica de los demás porque tarde o temprano nos afectará.
Por lo tanto, la pobreza patológica es contagiosa.
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16 comentarios:
El individualismo tiene sus límites. Es bueno que todos apoyemos las causas colectivas, no por generosidad filosófica sino por conveniencia y pragmatismo.
La manera más común de contagio de la pobreza patológica es de forma hereditaria; de generación en generación.
Iba a instalar una cadena de chiviterías en Etiopía, pero ahora que ud dice todo esto, mejor no.
Si aprieto mis billetes sale sudor.
Una vez regatié como ud dice y el vendedor me sacó la plata de la mano y salió corriendo.
La contraoferta es entre comprador y vendedor, lo que la competencia es entre vendedores.
Al comprar nunca me pregunto cuánto vale el objeto, sólo me fijo si lo necesito o no y si puedo comprarlo.
En mi familia se juntaron la abundancia de grasas y la escasez de neuronas. Vamos al muere.
Me impresiona la sangre pero igual a esos billetes los limpiaría.
Sarita no querrá decir que va a LAVARLOS?!
Tengo que empezar por lograr que mis clientes sean personas.
La próxima vez que entre el linyera en el autoservice lo hecho a patadas.
En la feria a los precios los fijo con cinta adhesiva, así que si la mano viene de rebaja los cambio, y si la cosa está para la suba los cambio enseguida.
Mi esposa dice que soy cruel pero no me da argumentos. Esto de alegar que "no tengo más que esto" me recuerda a los empleados que se presentan al empleador pidiéndole un aumento de sueldo alegando que "no me alcanza para vivir".
Así se explica por qué no es posible que los países pobres envíen turistas a los países ricos mientras que al revés puede funcionar.
Vivir en París, Madrid, Amsterdam, Londres es carísimo decimos los peruanos, pero lo es para nosotros.
Lo lamento yo también pero aunque perjudique a mis parientes, está bien que Italia restrinja el ingreso de inmigrantes. No pueden repartir su riqueza con quienes no la generaron.
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