
Se los llama artrópodos, que en realidad quiere decir patas articuladas.
Bichitos muy articulados hay de muchas formas y son feísimos: cangrejos, ciempiés, moscas y en especial las arañas.
Todos son muy originales en su manera de conseguir la comida.
De las arañas sabemos bastante: ellas tejen una malla pegajosa en la que caen los insectos voladores que las alimentarán.
Los seres humanos somos los animalitos más vulnerables, los que tenemos el instinto más pobre pero estamos compensados por la sabia naturaleza con una gran capacidad de adaptación (nuestra anatomía soporta climas y condiciones muy variadas) y de la inteligencia, que consiste en observar, inventar, copiar.
Nuestras formas de conseguir alimento siempre han dependido de la recolección de alimentos vegetales y de la caza (o pesca).
La capacidad que tenemos de observar nos ha permitido inventar métodos (agricultura, trampas, estrategias) que en gran medida son una copia adaptada a nuestras posibilidades de lo que hacen las demás especies.
Internet fue inventada por los norteamericanos y la mayor cantidad de páginas web están en idioma inglés.
Para usted y para mí quizá no signifique mucho la palabra «web» pero para un angloparlante significa «telaraña».
Una representación gráfica de Internet, con todas las interconexiones de los grandes servidores, sería parecida a una telaraña. De ahí su nombre.
Como fuente de ingresos, Internet tiene todas las ventajas que tienen la formación de vínculos, según decía en el artículo recientemente publicado con el título Los clientes ¿me aman?.
Pero convengamos en que muchos usuarios se comportan realmente como arañas, porque les copian la conducta depredadora y utilizan la telaraña-web para cazar incautos, ingenuos, descuidados.
Claro que las víctimas suelen caer por un exceso de ambición.
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