Con algo de sentido del humor, alguno ya dijo que los humanos no hablamos sino que somos hablados.
El psicoanálisis es un arte-científico antipático, entre quienes necesitan tener la sensación de que controlan sus vidas como quien conduce un vehículo: avanza, se detiene, gira a la derecha, acelera, empuja, embiste.
El psicoanálisis es simpático, entre quienes creemos que somos una hoja en el viento, incapaces de controlar lo que nos sucede porque estamos determinados (gobernados, dirigidos) por causas que no podemos manejar.
Cuando algún simpatizante del psicoanálisis dijo que «somos hablados», estaba dejando en evidencia que esa acción —casi automática— (hablar) expresa ideas diferentes a las que creemos tener.
Veamos algunas palabras que usamos sin pensar en lo que significan:
Vil – indigno, despreciable, poco confiable.
Servil – humilde, rastrero, que sirve con descuido.
Ser vil – ser indigno, ser despreciable, ser poco confiable
Servicial – que sirve con cuidado, (y también significa) enema (lavativa).
Con estos ingredientes, armaré una idea que puede ser interesante.
En el sistema en el que vivimos casi todos los hispanos-parlantes, se dice que para ganar el dinero suficiente, tenemos que ser serviciales pero no serviles.
Dicho de otro modo: el capitalismo requiere trabajadores (empleados o empleadores) que NO sean serviles (ser-viles) porque estos, si bien son humildes, adolecen de ser rastreros, indignos, despreciables y poco confiables.
Por el contrario, el sistema requiere trabajadores (empleados o empleadores) que sean serviciales, es decir que sirvan con cuidado.
Y termino con lo más curioso (llamativo, extraño).
El psicoanálisis sabe (cree, supone, asegura que) el dinero simboliza las heces (el excremento fecal, la caca).
El vocablo «servicial» significa «enema» (lavativa, líquido que se introduce por el ano para descargar el intestino).
En suma: el lenguaje «confirma» que alguien «servicial» obtiene (cobra, recibe) dinero (heces, caca).
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13 comentarios:
Las personas serviles no son auténticas. Detrás de esa fachada de amabilidad pegajosa se esconden sus verdaderos propósitos. Buscan sacar réditos de las más diversas situaciones y lo que más molesta es que lo hacen por detrás, de forma rastrera.
Necesitamos creer en le libre albedrío para suponer que es posible llevar un estricto control de nuestras vidas. Además nos es imprescindible esa creencia para poder juzgar a los demás. Si cada cual elige sus actos, se vuelve culpable cuando estos perjudican a otro. Pero, qué podemos hacer cuando nos dañan? En esos momentos no nos importa que el otro haya hecho lo único que podía hacer, en ese momento y en esa situación. El dolor nos lanza como un resorte a tomar represalias. Somos una especie vengativa, que no sólo se defiende cuando la atacan, sino que sale a hacer "justicia" y responde a la violencia con más violencia.
Los humanos somos hablados.
Los humanos somos títeres.
Lo que tienen las familias de palabras es que juegan en nuestro inconsciente y disfrazan el contenido de nuestros sueños. No asociamos palabras por su significado sino por su similitud fonética.
El individuo servil es utilizado, pisoteado. Cuál es el goce del servil? Sentirse parte de otro, no asumir la soledad.
El dinero es sucio y por eso tenemos que desecharlo; esta idea inconsciente proviene de la asociación dinero-heces.
El significado del dinero es muy ambiguo, porque a la vez que sentimos la necesidad de desecharlo, como dice Justiniano, también lo consideramos como la primer producción absolútamente personal. Nuestros primeros hijos son las heces. El dinero está en medio de esa conflictiva, entre apego y rechazo.
Por todo lo que usted dice, trabajar es una cagada.
Desde siempre supe que mi vocación era conducir. Trabajo haciendo fletes y adoro hacer carretera. Siento que soy capaz de manejar un camión mucho más fuerte que yo, que me supera en velocidad, peso y resistencia.
En verdad Manso, los camioneros son muy viriles y despiertan mis fantasías.
Nunca olvidaré una vez que mi marido se encontró con un amigo y le dijo: ya nos cansamos, en lugar de ya nos casamos.
Los enemas nos hacen sentir indignos, sobre todo si nos los tiene que hacer otra persona. Es como si te dijeran "vamos, sé que escondes dentro tuyo un ser vil, humíllate, yo lo pondré a la vista".
adoro los enemas cuando estoy solo
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