sábado, 17 de julio de 2010

El arte de decir «NO»

En un artículo de reciente publicación (1), el razonamiento desarrollado me llevó a la conclusión de que funcionamos mejor cuando estamos con demasiado trabajo, porque cuando no tenemos suficientes ocupaciones, padecemos uno de los castigos más agresivos que reciben los presidiarios: el aburrimiento, la inactividad, la sensación de que las horas son eternas.

Este punto de vista está vinculado con otro que he mencionado reiteradas veces y es que la naturaleza se vale de provocarnos dolor y placer para que sigamos vivos el mayor tiempo posible (2).

Por esto, tenemos que asumir resignadamente que no existe la felicidad permanente fuera de nuestra imaginación más optimista.

Lo que sí existen son maravillosos aunque fugaces momentos de placer, ubicados al final de los momentos penosos, esforzados, exigidos.

Somos felices cuando superamos un desafío, cuando termina una jornada laboral, cuando podemos darnos una ducha, practicar nuestro deporte favorito, hacer el amor, tener una conversación agradable, ¡y la lista es muy extensa!

Por lo tanto, si partimos del supuesto de que las molestias son inevitables —porque de ellas depende que sigamos vivos—, seguiremos buscando la forma de aliviarnos, pues eso es lo que necesita la naturaleza para conservarnos vivos.

También podemos concluir que, ante las dos opciones de tener mucho trabajo o poco trabajo, es preferible tener de más y no tener de menos (porque se convierte en un castigo).

Podemos concluir que:

1º) es acertado ser muy participativo;
2º) desarrollar destrezas útiles para la mayor cantidad de gente posible;
3º) publicitar nuestras destrezas (oficio, profesión, arte);
4º) ofrecer nuestra colaboración; y
5º) encontrar la manera de negarnos con simpatía, a realizar lo que exceda nuestras posibilidades de cumplimiento.

En suma: el objetivo es conseguir demasiado trabajo, pero hacer lo justo para no sentirnos mal, desarrollando el arte de decir «NO».


(1) Lo bueno que parece malo

(2) Vivir duele

●●●

10 comentarios:

Liliana dijo...

Algunos no necesitan negarse porque ya con su mirada te dan miedo. A veces a eso le llaman "hacerse respetar". No me parece que el respeto tenga que ver con eso.

Lucía dijo...

Yo con demasiado trabajo me taro.

Lucas dijo...

Dicen que "el que espera desespera". Odio esperar; es como si te estuvieran diciendo no, mientras algo se demora o se anhela demasiado, hasta que la situación llega y ahí recibís un SÍ enorme. Igual anhelar es un sentimiento que te hace sentir vivo, así que a aguantarse.

Augusto Refigerio dijo...

Soy proclive a las jaquecas. Cada vez que pienso en ellas, y que en algún momento me volverán a atacar, ya me empieza a doler.

Alicia dijo...

Pienso que la alegría puede durar largos períodos. Entre medio de una época de la vida alegre, hay placer y dolor. Por el contrario, una época triste, se caracteriza por el predominio del dolor, aunque tiene también pequeños momentos de placer.

Rulo dijo...

Pah! qué bueno está superar un desafío.

Orosmán dijo...

Concuerdo en que es mejor tener trabajo demás que poco; siempre que estés bien de salud.

Ingrid dijo...

Lo primero es chequear hasta dónde podemos, conocer nuestros límites; así podremos limitarnos en el momento adecuado.

Roque dijo...

Con los años y la experiencia, se aprende a hacer las molestias más llevaderas.

Eduardo dijo...

El momento más angustioso de mi vida fue cuando estuve a punto de perder mi trabajo.