Algunos antropólogos descubrieron una conducta humana en estado puro, que luego nos permitió entender otras actitudes menos evidentes.
En algunas tribus de Estados Unidos y Canadá, hacían fiestas con un gran derroche, en las que los caciques hacían gastos y obsequios notoriamente excesivos.
Estos derroches festivos, generaban la obligación en los invitados de retribuir los agasajos y obsequios, tratando en lo posible de superar en lujo, gasto y exhibicionismo, al anterior.
Estas prácticas dieron lugar a un concepto denominado «destrucción suntuaria».
Cuando alguien rompe, malgasta, regala bienes muy costosos, lo hace para demostrar su fuerza. Es un alarde de grandeza, de poder, de superioridad.
El derroche colabora para que los pobres teman a los ricos, cuando son sus empleados, sus proveedores o se organizan para reclamar una mejor distribución de la riqueza y la justicia.
Otra característica de la «destrucción suntuaria» tiene relación con el miedo que inspiran las psicopatías.
Los psicópatas son personas que no responden a los criterios de la mayoría. Sus acciones no están ponderadas por los escrúpulos, la moral, las buenas costumbres y —mucho menos— por la ley.
La destrucción de bienes propios, sugiere que su dueño no está bien de la cabeza.
Quienes desean amedrentar (atemorizar) con este tipo de comportamiento, intentarán inducir el terror haciéndose pasar por psicópatas ricos.
El terrorismo consiste en provocar «destrucciones suntuarias» que inspiren pánico en la mayor cantidad de gente posible.
La consecuencia buscada es que más personas consideren que el sistema de convivencia en el que viven, se ha vuelto peligroso, porque convoca a estos psicópatas de quienes algún día pueden ser sus víctimas.
«Destrucción suntuaria» fue la que hizo Al Qaeda con la Torres Gemelas (11/09/2001) para demostrar que occidente es débil y está equivocado (?).
Nadie sabe evaluar los resultados de una «destrucción suntuaria».
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10 comentarios:
Probablemente las grandes construcciones arquitectónicas cumplan también con el objetivo de amedrentar, aunque ese no sea su único propósito. Las construcciones de los romanos y los egipcios en su época de apogeo, son los ejemplos más conocidos.
Pensando en mi país (Uruguay) se me viene a la cabeza el edificio de la cede central del Banco República, en la Ciudad Vieja, o el Palacio Legislativo. Supongo que en estos dos últimos ejemplos, lo buscado era inspirar poder y respeto.
Acabo de leer el comentario de Alicia y me surge la siguiente interrogante: no será que existe siempre una cuota de temor en el sentimiento de respeto? Está claro que son sentimientos diferentes, pero reitero, no será el temor alguno de los ingredientes del respeto?
Que tiren la casa por la ventana no me da miedo, yo voy y me la atajo.
Si los ricos tiraran manteca al techo, sería el terror del personal de limpieza.
Los jovencitos que se accidentan con el auto de sus padres, pueden estar buscando un suicidio encubierto, y/o hacer una demostración de poder, y/o amedrentar a sus padres, y/o creerse que saben manejar porque algo les enseñó el tío, etc, etc.
Y cuando terminaban las festividades en el norte de América, sus pobladores quedaban sumidos en la más absoluta pobreza.
Fin
Los Reyes me han traído suntuosos regalos. Este agasajo llena mi corazón de espinas. Algo terrible sucederá. Nuestra familia sólo podrá retribuírles con la vida.
Mi tía tenía delirio de grandeza y regalaba sus joyas a los transeúntes.
Quizás cuando los jóvenes estropean monumentos en los denominados actos de vandalismo, estén intentando amedrentar a la sociedad, a los adultos capaces de grandes despliegues de poder. Quizás porque esos son los símbolos de la organización social que los aterroriza, con su enormes exigencias y dolorosas injusticias.
(Por supuesto que todo esto a nivel inconsciente)
Después de leer el comentario de Marta me queda una gran duda: estamos buscando causas para solucionar problemas o las buscamos para autoflagelarnos y dar campo libre al despotismo de los jóvenes?.
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