jueves, 1 de julio de 2010

¡Ganamos, ganamos!

El dinero individualiza, aísla, identifica.

En la relación psicoterapéutica, es imprescindible que el paciente le pague al técnico para que ambos perciban claramente que uno y otro son personas en situaciones diferentes.

Alguien podría alegar diciendo, por ejemplo: «Deberían estar demasiado locos si no se dieran cuenta de que al tener cuerpos separados, son también personas separadas».

No alcanza con tener diferentes cuerpos para sentirse dueños, responsables y encargados de la propia existencia.

Por ejemplo, cuando escribo este artículo (julio de 2010), en Sudáfrica se disputa un campeonato mundial de fútbol.

Pues bien, con total convicción, los hinchas de cada equipo festejan y sufren los resultados como si se tratara de triunfos y fracasos personales.

Nadie dudaría de la salud mental de dos desconocidos que se abrazan ante un televisor, gritando eufóricos «¡ganamos, ganamos!», siendo que en todo caso fueron los once jugadores del encuentro quienes efectivamente obtuvieron el triunfo.

El fenómeno tiene sus raíces en aquella primera etapa de nuestra existencia (1) en la que, el escaso desarrollo neurológico, nos hacía pensar que estábamos fusionados con el resto del entorno, que no había ni diferencias ni separaciones entre nosotros y el entorno.

Esa sensación de que pertenecemos a un todo indivisible, poderoso, inmortal, conocido como la palma de nuestra mano, es motivo suficiente como para sentir una gran alegría.

De modo semejante, cuando nuestro terapeuta nos escucha gratuitamente, tenemos el placer (también imaginario, como en el fútbol), de que nuestros problemas no son nuestros sino de todos.

El hecho es que los problemas de todos en realidad no son de nadie y por lo tanto se resuelven, tarde, mal o nunca.

En suma: cuando no pagamos para restablecer nuestra salud a quien trabaja para resolver nuestro problema, la recuperación puede demorarse o no llegar nunca.

(1) Tú y yo, ¡un solo corazón!

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10 comentarios:

Mariana dijo...

Soy estudiante de psicología, y debo felicitarlo porque nunca me argumentaron tan bien, por qué debe cobrarse al paciente.

Rosana dijo...

Será por eso que es tan lindo cuando una cobra su primer sueldo.

Lic. Ramírez dijo...

Ningún paciente espera que el médico lo atienda gratis. Sin embargo esto sí ocurre con la atención psicológica, es bastante frecuente suponer que el trabajo del psicólogo podría ser gratuito. Quizás la similitud de nuestro trabajo en la clínica, con la del sacerdote en el sacramento de la confesión, juegue a favor de esta expectativa.

Elbio dijo...

Tener un nombre identifica, y tener un sobrenombre dentro del grupo de pertenencia, más aún.
Por el contrario, los números masifican, desindividualizan, porque sirven tanto para designar a esa persona, como para designar cualquier otra cosa.

Evaristo dijo...

A veces los gemelos, en la necesidad de diferenciarse uno del otro, manifiestan conductas opuestas.

Norton dijo...

Los problemas de todos se resuelven con el tiempo.

M. Eugenia dijo...

Yo pago y que me resuelvan el problema... o no es así?

Orosmán dijo...

Los problemas que nos competen a todos son muy difíciles de solucionar. Primero desarrollamos nuestra capacidad de observación, luego la capacidad de análisis, y al final puede que desarrollemos nuestra responsabilidad como ciudadanos.

Leticia dijo...

Escuchar gratuitamente, también puede leerse como escuchar al cuete.

Olegario dijo...

Interesante la observación de Leticia. Si al psicólogo no le pagan, es posible que escuche al cuete.