miércoles, 28 de julio de 2010

Luchemos contra mí

El orden de prioridades en nuestras comunidades es el siguiente:

1º tenemos que atender nuestras necesidades básicas (comer, abrigarnos, mantenernos saludables);

2º tenemos que atender las necesidades del Estado (cumplir las normas); y

3º si nos quedan recursos suficientes (dinero, tiempo, energía), podemos satisfacer nuestros deseos (gustos personales, preferencias, anhelos).

Dicho de otra forma: Primero tenemos que satisfacer nuestras necesidades animales, luego las colectivas y finalmente las personales (humanas).

Con este esquema (discutible, como cualquier simplificación), comparto con ustedes un comentario sobre la utilidad del sistema financiero.

Frente a esa selección de prioridades tan opuesta a nuestra naturaleza, tenemos que hacer un esfuerzo para soportar la frustración que nos provoca.

Una forma habitual de alterar ingeniosamente la postergación de nuestro deseo, consiste en ayudarnos con una situación que nos presione especialmente.

Lo digo de otra forma: como nuestra naturaleza nos estimula para que prioricemos nuestro deseo, y dado que el conflicto con la cultura puede resultarnos demasiado penoso, reforzamos el autoritarismo que se nos impone, saboteando nuestros impulsos naturales.

La necesidad de ganarnos el sustento puede resolverse con un emprendimiento comercial que requiera un aporte de capital del que carecemos.

Si concurrimos a un banco para solicitar un préstamo, éste nos preguntará qué destino le daremos y luego se abocará a estudiar con sus técnicos, cuánta factibilidad de realización tiene nuestro proyecto.

Si el diagnóstico fuera favorable, nos concederá el préstamo para que iniciemos nuestra actividad.

Ésta nos obligará a poner en práctica una conducta muy disciplinada y esforzada.

Embarcados en esta situación (que podríamos haber evitado), logramos el siguiente escenario:

— Cumplimos con el 1º punto (atendemos nuestras necesidades básicas);
— El banco está obligado a obligarnos con el cumplimiento de las normas;
— Recibiremos una presión extra (el endeudamiento), para postergar los reclamos de nuestro deseo (impulsos naturales).

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11 comentarios:

Evaristo dijo...

La historia demuestra que ir contra los designios de la naturaleza, sólo es correcto en las situaciones en las que hacer lo contrario nos implicaría un enorme sufrimiento.

Elena dijo...

Algo que a todos nos beneficiaría es tener claro hasta dónde llega nuestra capacidad de trabajo. No podemos proponernos mucho más de lo que nuestra experiencia personal nos indica que podemos abarcar. Y ahí no son buenas las comparaciones, equivaldría a comparar la altura que tiene nuestro amigo y suponer que si nos esforzmos lo suficiente, a los 60 años lo alcanzaremos.
Es bueno conocer nuestros límites para no frustrarnos y saber cuál es nuestra ruta particular para mejorar.
Estaría bien que nos amáramos a nosotros mismos tal como somos. La vida se presenta como se presenta, y es una pérdida de tiempo lamentarse por lo que no se trajo de nacimiento o por las circunstancias que nos tocó vivir. Lo más satisfactorio es intentar sentirnos vitales a través de las metas que nos correspondan a C/u.

Elbio dijo...

Postergar los reclamos de nuestro deseo es un índice de salud y madurez.

Luján dijo...

Yo le solicitaría préstamos a la Iglesia para mantener una institución dedicada a producir alimentos para repartir en las noches invernales.
Muchas personas de buena voluntad lo hacen consiguiendo donaciones en los supermercados, las verdulerías, panaderías, etc. Pero eso a mí no me sirve. Quiero un equipo multidisciplinario que además de hacer un guiso, puedan acercarse a aquellas personas que quedando estando en una situación de calle SOLICITEN AYUDA (cada cual es dueño de sí mismo y no se trata de obligar a nadie). Pero quiero buenos sueldos, no como los que puede otrogar el Ministerio de Desarrollo Social, sino los que podría y debería, por una cuestión de coherencia, otorgar la iglesia.
Por qué esta fantasía: nada más gratificador que sentirse con el poder suficiente como para poder aliviar a otro; y ya que no me dedico a la medicina... sería una forma de mejorar mis ingresos, sintiéndome así estímulada a trabajar con ganas.

Bento dijo...

Antes de embarcarse en una situación hay que serciorarse de que Colón no esté al mando.

Maristela dijo...

Esa forma de presión a la que ud alega -salvando las distancias- tiene un mecanismo similar a la presión por conseguir dinero cuando se trata de satisfacer las necesidades de droga. Es increíble como personas de muy escasos recursos consigue 600 dólares por mes para seguir consumiendo. Por supuesto que eso es terrible, porque el dinero no se consigue a trabés del trabajo (porque en ese sentido drogas como la pasta base lo impiden) sino a trabés del robo. Aunque pensándolo bien, en determinadas situaciones desesperantes se recurre al dolo para salvar una empresa. Lo ideal sería no tener que llegar a eso.

Domingo dijo...

Trabajar a full me estresa y desorganiza. Aunque admito que a otros los estimula.

Valeria dijo...

Para luchar contra mí necesitaría un implacable acompañante terapéutico que me despertara con un vaso de agua fría en la cara, y que después de despertarme pasara a ser muy colaborador y hasta mimoso!

Osita dijo...

No siento particular simpatía por los luchadores de saco y corbata... pero a mi osito le queda divino!

Lidia dijo...

Hay que tratar de no gastar de puro consumistas, en el atendimiento de nuestras necesidades báscas; así nos quedará más dinero para satisfacer nuestros deseos.

Rosana dijo...

Nuestra organización pone primero lo colectivo y luego lo individual. Puede que nos hayamos dado cuenta que eso es lo más conveniente.
Esto va en contra o a favor de los principios capitalistas? (Me lo pregunto sin sarcasmo)