Cambiar de país (emigrar) es traumático, pero sin embargo subjetivamente parece más fácil que ascender a una clase social superior del propio país.
Con apoyo en las consecuencias emocionales, afectivas e intelectuales que provoca lo que el refrán «Dime con quién andas y te diré quién eres» resume tan bien, pienso que si en algún momento deseamos cambiar de franja socio-económica, tendríamos que modificar los vínculos afectuosos que tenemos con personas que no desearían mudarse con nosotros (1).
La idea es muy similar a quien emigra buscando mejores mercados para vender su fuerza de trabajo.
Estos cambios son tan radicales que exigen de sus actores motivaciones especialmente altas.
Los fenómenos emigratorios conocidos han sido provocados por hambre o persecución ideológica (política, religiosa).
Mudarse a otro país (sólo o con la familia) es un esfuerzo tan importante que requiere una motivación también importante.
Sin embargo, estas motivaciones externas pueden ser imitadas (en fuerza, intensidad, eficacia) por motivaciones internas.
A veces las penurias materiales no son tan intolerables en el país de origen e igualmente las personas emigran.
Lo determinante es la percepción subjetiva de quien toma esa decisión. De hecho, personas con similares situaciones optan por quedarse y logran sobrevivir, mientras que otras se van.
Lo que pretendo resaltar es la existencia de factores internos determinantes. Estoy dejando de lado los factores externos (persecución, por ejemplo) que incluyen poco menos que una expulsión forzada del país.
Pero para emigrar no necesariamente es preciso apelar a la solución extrema de abandonar el país de nacimiento.
Es algo parecido a cambiar de país, cambiar de cultura dentro del mismo país.
Efectivamente, en nuestro propio país existen subculturas (clases socio-culturales o socio-económicas) que sintonizan mejor con nuestras aspiraciones (ambición, afán de logro, anhelos de progreso).
También es difícil emigrar hacia ellas, pero no imposible.
(1) Dime con quién andas y sabré tu patrimonio
En todo tiempo pasado fui peor
La construcción de anécdotas
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10 comentarios:
Imagine solamente vivir en la república del piquete con probabilidad de 4 añitos mas...aguantando insolencias institucionales de todo pelo.
Ascender socialmente es más difícil que emigrar, en los países donde la riqueza está mal distribuída.
Tengo muchos amigos homosexuales... pero no se vayan a pensar...
Para alejarnos de vínculos perniciosos, muchas veces llegamos a usar como pretexto la emigración.
En caso de emigrar hacia otras clases socio-culturales y socio-económicas, mantendría conmigo a las personas que más quiero, sin importar su clase.
La emoción es más poderosa que la razón.
Además alejarse de los seres queridos para ascender, es monstruoso. Distinto es si nos alejamos de personas que nos resultan indiferentes.
Hacerme de nuevos amigos en las clases altas, me permitió aprender acerca de lo que a mí me falta y a revalorizar lo que tengo.
Para mí lo más enriquecedor es rodearse de gente diversa, superando prejuicios.
He sido muy ambicioso, pero cada vez menos y menos. Me voy dando cuenta de que todo es mucho más sencillo.
Emigrar a otro país es más fácil porque tiene mucho de libertad y aventura. En un lugar donde no te conocen podés liberarte de esa parte de ti mismo que no te gusta, ya que no habrá un montón de gente esperando que te comportes de determinado modo.
Emigrar a una clase social "superior" es más difícil porque entre otras cosas, tenemos que superar un sentimiento de inferioridad que es de lo más probable que padezcamos al vincularnos con esos grupos.
Para sentirse motivado a intentar el ascenso social hay que saber donde se está parado, y hay que tenerse autoestima, valorarse en la justa medida.
¿Por qué la clase o grupo que sintoniza mejor con mis aspiraciones tiene que ser una "subcultura"? No creo que esté necesariamente debajo de la cultura...
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