miércoles, 14 de marzo de 2012

La ignorancia y el temor necesarios

La ignorancia es una condición de gran valor para quienes cuentan con ella. Tiene mala fama pero es imprescindible para que ciertas cosas sucedan.

Por ejemplo, todas las personas que creen en Dios están obligadas a no entender algunos hechos. Por ejemplo, deben desconocer por qué Dios permite algunas desgracias que parecen injustas.

El creyente supone que ese no entender y seguir amándolo, es un gesto de humildad que lo vuelve digno a los ojos de Dios.

Sin esa incomprensión, los sacerdotes no tendrían justificado su ministerio.

De forma similar es necesario que una mayoría de ciudadanos no entienda qué es el dinero para que los banqueros y ciertos privilegiados con ese conocimiento puedan continuar ejerciendo el control de una mayoría ignorante.

La comparación con el fenómeno religioso no es casual. Usted y yo tenemos que tener fe en que esos papelitos (billetes) o esos trozos de metal (monedas) tendrán valor de cambio si pretendemos canjearlos por lo necesario (comida, vestimenta, etc.).

El por qué esos pequeños objetos (billetes y monedas) tienen valor de cambio suele ser tan poco entendible como la causa por la que un Dios bueno y poderoso permite (¡o decide!) que ocurra una tragedia.

Los misterios de la religión nos vuelven temerosos de Dios porque no sabemos bien qué hacer para que no nos castigue como a las víctimas de un accidente.

Los misterios sobre el dinero nos vuelven temerosos de él, de quienes lo poseen en abundancia, de quienes pueden influir sobre su valor, de quienes pueden falsificarlo y en general, temerosos de un grupo de personas desconocidas.

El temor a Dios nos da por aliarnos con Él y el temor a los ricos nos da por odiarlos.

Este temor que surge de la ignorancia nos vuelve inseguros, vulnerables, es decir: fácilmente gobernables y explotables.

(Este es el Artículo Nº 1.493)

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11 comentarios:

Gonzalo dijo...

Es cierto que lo misterioso y desconocido nos da miedo, y el dinero parece que siempre hubiera estado ahí, determinando nuestra existencia. No sabemos de dónde sale, ni tenemos idea de por qué algunos lo multiplican mientras que otros nunca lo tienen.

Zulma dijo...

No me incluyan en los plurales, por favor! Lo que dice Gonzalo es disparatado. Las causas de la mala distribución las conoce la mayoría de la gente. Para qué sirve y para qué no sirve el dinero, también. Sabemos además como se originó y como llegamos a los primeros intercambios comerciales. Saber nos sobra. Misterioso y desconocido??

Adriana dijo...

Perdón... pero para mí el mundo de las finanzas es como el chino.

Gonzalo dijo...

Al menos podés admitir, Zulma, que pasamos toda la infancia y buena parte de la adolescencia sin tener mucha idea de qué se trata.

Zulma dijo...

No sé mirá... antes la juventud estaba mucho más enterada de las cosas porque había otro compromiso.

Martí dijo...

Yo le regalé a mi sobrino el juego de El Pequeño Banquero.

Martín dijo...

El tipo se recopó al principio con los billetitos y todo eso, pero imposible competir con el Play. Bueno, capaz que hay alguna versión para usar con el Play.

Lucas dijo...

A muchos el temor a los ricos también les da por aliarse... Muchos son los que quienes estar apadrinados por los ganadores.

Evangelina dijo...

Los designios de Dios son inescrutables. Debemos confiar y ser humildes, porque Dios ama a sus hijos y jamás descuida a ninguno de ellos.

Marcia dijo...

Tus palabras cierran todas las posibilidades, es lo que vos decís o lo que vos decís. ¿Qué hacés con el pensamiento? ¿Cómo decidís cuando lo usás y cuando no lo usás?

Evangelina dijo...

En primer lugar, no es lo que digo yo, es la palabra del Señor, palabra en la que creen millones de personas.
¿Me preguntas para qué uso el pensamiento? Mi respuesta es sencilla, lo uso para ser libre.