Estudiar formas de mejorar lo que vemos y lo que pensamos puede contribuir a disminuir la pobreza.
Hace más de dos años les comentaba (1) sobre el fenómeno de la «refracción», mostrándoles cómo se ve una cuchara dentro de un vaso con agua.
El confiable sentido de la vista, que nos lleva a realizar afirmaciones del tipo «Si no lo veo no lo creo», resulta que necesita ser rectificado cuando en algunas circunstancias (cambio de medio aéreo a medio acuático) nos provee datos erróneos (cuchara falsamente doblada).
Más recientemente (2), tomando como ejemplo la institución jurídica de hábeas corpus, les comentaba que nuestro cerebro, tan confiable como el sentido de la vista para informarnos sobre las circunstancias que nos rodean, resulta que es muy objetivo para todo el universo menos para evaluar su propia existencia.
De los 7.000 millones de habitantes, sólo 35 millones viven fuera de un régimen capitalista (24 en Corea del Norte y 11 en Cuba, ambos administrados con criterios comunistas) y podemos suponer que en el sistema capitalista cada individuo debe valerse por sí mismo, aunque en muchos países se sienta más desamparado que en otros (dependiendo de las políticas sociales que estén vigentes).
La pobreza es un fenómeno que nos acompaña desde que el mundo es mundo, pero esa antigüedad no es motivo para pensar que sea inevitable.
Alguien (¿por qué no yo mismo?) puede encontrar ideas que inicien un proceso de terminación con esa injusticia distributiva.
Vuelvo al principio para comentar que si nuestro sentido más confiable (la vista) y nuestro órgano más prestigioso (el cerebro), producen datos erróneos, no es tiempo perdido todo lo que podamos hacer para mejorar la calidad de lo que vemos y razonamos pues la injusticia distributiva puede estar causada por nuestra ineficiencia para ver y pensar.
(1) Mala puntería
(2) El cerebro tiene cuerpo
Otras menciones del concepto «precariedad del pensamiento»:
La verdad bloquea el cerebro
El autocastigo tranquilizador
(Este es el Artículo Nº 1.496)
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10 comentarios:
Es muy buena esta opción de poder escuchar la lectura. Mi madre tiene problemas de baja visión y son pocas las ocasiones en que se siente tomada en cuenta.
Me llama la atención que usted ponga esperanzas en todas estas posibilidades que plantea, como causa de la pobreza. A decir verdad, yo ya casi no lo pongo espectativas a nada nuevo. Trato de mantener todo lo que me funciona, pero arriesgarme a cambiar! ... Creo que al menos tengo la valentía de confesarlo. Seguro que a muchos les parecerá una mala actitud la mía. Puede que sí, a mí misma no me resulta simpática. Lo que pasa es que tengo toda la sensación de que estoy terminando mi vida (le llaman mentalidad de vieja) y supongo que es justamente por eso, porque ya no puedo hacerme expectativas con casi nada.
Lo que en una situación es cierto, en otra resulta falso, eso lo podemos comprobar a diario, y el ejemplo de la cuchara es clarísimo.
Algunos te dicen ¨siempre fue así¨, como si ese fuera un argumento a favor incuestionable.
Nos apresuramos a sacar conclusiones urgidos por la falta de tiempo y la necesidad de actuar.
Me gusta escuchar los relatos porque la entonación que le da el autor ayuda a comprender el significado de lo que dice.
Además de ser ineficientes para ver y pensar, lo somos para convivir. Por eso la injusticia distributiva.
¿Qué nos quiere decir con la comparación entre los 7000 millones capitalistas y los 35 supuestamente socialistas? ¿Qué la mayoría tiene la razón?
Para mí sólo es un dato del rango evolutivo en el que estamos.
Lo que pensamos puede influir sobre lo que sentimos y ambos sobre lo que hacemos, así que todo esto viene muy bien.
Pensamos y percibimos tomando como referencia elementos del entorno. Por eso nuestro objeto de estudio está indefectiblemente,
influenciado.
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