Los libros de auto ayuda no ayudan a sus lectores. Algunas guerras son ganadas por quienes pudieron recuperarse de más batallas perdidas.
Es muy difícil aceptar el factor suerte cuando
lo que se necesita creer es que todo lo tenemos bajo control.
La ponzoñosa consigna «querer es poder» hace estragos entre estas
personas, con baja tolerancia a la frustración, que insisten con que «todo se puede» y que, los fracasados no son
otra cosa que personas indolentes, irresponsables, tontas y demás atributos
descalificantes.
La
industria de los libros de autoayuda y de las biografías de personajes exitosos
tiene entre sus principales clientes-lectores a quienes necesitan seguir creyendo
que la perseverancia es la única condición para satisfacer nuestras necesidades
y deseos más ambiciosos.
Muchos
ludópatas, en su mayoría mujeres mayores de cincuenta años, participan en los
juegos de azar populares siguiendo, persiguiendo, insistiendo con apuestas a un
solo número. Por lógica, cada tanto el azar hace que ese número sea el
premiado, pero esto no es un ejemplo de perseverancia exitosa, es un
comportamiento normal entre los fenómenos aleatorios.
La trampa
está en que los escritores de estos libros hacen lo que hacen todos los
escritores de éxito: publican con su firma lo que han descubierto que son las
creencias de los lectores.
Nunca se
trata de textos que contradigan las creencias mejor aceptadas, nunca se pondrán
en contra del cliente porque es regla de oro que «el cliente siempre tiene
razón»; por lo tanto, en temas editoriales, los autores deben redactar textos
que reafirmen las creencias, prejuicios, mitos, de los compradores.
Lo que sí
es cierto es que las personas con más recursos, (dinero, energía física,
inteligencia, resiliencia [1]), probablemente hagan más apuestas, más intentos,
resistan más fracasos.
Algunas
guerras son ganadas por quienes pudieron recuperarse de más batallas perdidas.
(Este es el Artículo Nº 1.910)
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