«El dinero atrae al
dinero» porque con él es posible equivocarse uno mismo y seguir participando.
Sólo enseñan los errores propios.
Apelando a un pensamiento
mágico decimos y suponemos que «el dinero atrae al dinero» como esas
trampas para pájaros que se utilizan para apresar aves cuando son atraídas por
una de ellas que ya está apresada y que oficia de señuelo, carnada, fullería.
El mencionado dicho popular despierta nuestro pensamiento primitivo
porque parecería ser que el dinero sirve como cebo para que acudan a nosotros bandadas de
otros billetes que atraparemos para enriquecernos.
Pongámonos de acuerdo: algo de dinero no atrae más dinero,
pero existe un funcionamiento que podría parecérsele.
La pobreza está asociada a una cierta forma de pensar. No
cualquiera accede a ella y logra mantenerla. Quizá para algunas personas sea
tan difícil empobrecer y mantenerse pobre como para otras personas es muy
difícil enriquecerse y mantenerse ricos.
En esta mezcla de mentalidad asociada a recursos económicos
les comento una idea que podría explicar algunas pobrezas patológicas rebeldes
a la curación.
Propongo como idea central que lo único que realmente nos
enseña son los errores propios, mientras que nos resultan totalmente inútiles
los errores que hayan cometido otros.
Por ejemplo IATA, (Asociación Internacional de Transporte Aéreo),
depende tanto de que los pilotos no se equivoquen en pleno vuelo que los
someten a severísimos controles de idoneidad utilizando simuladores que les
exigen resolver una cantidad de problemas que en la realidad sería imposible
que se presentaran todos juntos (por ejemplo, baja visibilidad más rotura del
timón más vientos arrachados por uno de los costados).
«El dinero atrae al dinero» porque con él es posible
equivocarse uno mismo y seguir participando. La verdadera riqueza de los ricos
está en que pueden equivocarse y aprender realmente cómo producir más dinero.
(Este es el Artículo Nº 1.913)
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