La medicina preventiva procura que nadie curse una
crisis y nos alienta a evitar estos exámenes mortíferos y tonificantes.
Las crisis son fenómenos
naturales en los que desaparecen los seres vivos que no estaban en condiciones
de funcionar eficientemente.
Si lo observamos desde el
estrecho punto de vista de la humanidad, las crisis elevan momentáneamente el
riesgo de sobrevivencia de los más débiles: niños, ancianos, enfermos, pobres.
Hace años que los países
capitalistas occidentales del hemisferio norte soportan una crisis económica
(actualmente cursa el año 2013).
Sin embargo, sistemáticamente
padecemos crisis periódicas infaltables provocadas por los cambios de estación.
El frío invernal nos pone a prueba a todos y algunos de nosotros no llegarán o
no llegaremos a la primavera.
A nivel individual, cuando
nuestro cuerpo está muy expuesto a ser colonizado por microorganismos porque el
sistema inmunógeno es incapaz de rechazarlos, entonces nos enfermamos y quizá
no superemos la prueba que nos puso la Naturaleza.
Así como en el sistema
educativo tenemos que rendir exámenes para pasar a niveles superiores de
aprendizaje, en la naturaleza tenemos que superar las crisis para poder vivir
un tiempo más.
Los humanos no toleramos estos
exámenes y repudiamos las crisis, las pruebas y la incapacidad de la ciencia
para defendernos eficientemente de las enfermedades.
En realidad las crisis hacen
una especie de transferencia de recursos vitales que consideraríamos injustos
pues les quitamos a los débiles para darles a los ricos.
Efectivamente, en cada crisis
perecen los débiles pero se tonifican los fuertes.
La mencionada transferencia de
vitalidad no ocurre directamente pero sí indirectamente pues tiene que ocurrir
la crisis para que se fortalezcan los fuertes para lo cual tienen que perecer
los débiles.
La medicina preventiva procura
que nadie curse una crisis y nos alienta a evitar estos exámenes mortíferos y
tonificantes.
(Este es el Artículo Nº 1.902)
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