Tener dinero puede ser interpretado como que se
están haciendo las cosas bien. Esta sensación de acierto disminuye la angustia.
— Somos animales gregarios,
vivimos en manadas, en sociedades, en familias;
— Somos animales muy
dependientes de ser amados, aceptados, reconocidos por los demás integrantes
del grupo al que pertenecemos;
— No siempre tenemos la suerte
de recibir una cantidad de amor suficiente, ya sea porque no somos tan
simpáticos como los demás nos preferirían o porque nuestra ambición de amor
excede lo que los demás son capaces de amar;
— Cuando somos condenados
penalmente sufrimos por la pérdida de libertad que nos impone quedar
encarcelados, pero además sufrimos por la pérdida de amor, de simpatía, de
reconocimiento;
— Esta pérdida de amor causada
por haber sido condenados al encierro funciona al revés en aquellos grupos
dedicados a delinquir, donde las «entradas al presidio» son trofeos que
aumentan el amor, el reconocimiento y la admiración de los integrantes del
grupo al que pertenecen;
— En los casos en que alguien no recibe todo el amor que necesita el
dinero parece funcionar como un calmante muy efectivo.
Este fenómeno ocurre de la siguiente forma:
— Alguien logra crear una fortuna importante según los parámetros de
riqueza vigentes en el grupo de pertenencia;
— Si bien las demostraciones de afecto son escasas, el «rico antipático»
no sufre tanto como sería de esperar pues cree que ese dinero que consiguió es
una demostración de que merecería ser amado.
Como en muchos casos los estados de ánimo dependen en gran medida de las
creencias.
Si alguien percibe y sufre por ser impopular, pocas veces tenido en cuenta,
olvidado sistemáticamente en cualquier convocatoria, si tiene dinero queda
habilitado para pensar que los demás están equivocados, que él está haciendo
las cosas bien, que tiene la mala suerte de ser víctima de la incomprensión.
(Este es el Artículo Nº 1.924)
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