La venta financiada ha sido un gran invento, que nos aporta satisfacciones que de otra forma no obtendríamos.
Si nuestro proveedor confía en que cumpliremos nuestro compromiso de pagarle en el plazo acordado, nos entrega hoy mismo ese objeto que disfrutaremos, pero le pagaremos en el futuro, lentamente, en pequeños pagos.
Por ejemplo, recibimos hoy un televisor, comenzamos a verlo, escucharlo y mostrarlo, pero estaremos dos años pagándole a su dueño un importe que en realidad es la suma de dos conceptos:
1) Si ese televisor cuesta $ 2.400 a quien tenga ese dinero y pueda entregarlo todo junto, entonces nuestro vendedor nos cobrará $ 100 durante 24 meses;
2) A esos $ 100, el vendedor le agregará el costo financiero, que es el valor del dinero, los intereses. Imaginemos que nos cobre $ 10, con lo cual, durante los próximos 24 meses, estaremos pagándole $ 110 (100 + 10).
Esta misma operación podemos pensarla de otra forma:
El dueño del televisor, nos lo alquila y nos cobra $ 10 de alquiler mensual por tenerlo y usarlo en nuestra casa. Nos pide como condición que además de pagarle esos diez pesos de alquiler por el televisor, le entreguemos mes a mes cien pesos durante dos años.
Si cumplimos con el pago del alquiler ($ 10) y con el ahorro forzoso de cien pesos mensuales que pactamos con él, entonces él «nos regala el televisor». Nos dice amablemente: «No le cobro más alquiler si me regala los $ 2.400 que tiene ahorrados en mi empresa».
Como habíamos acordado con él que estábamos dispuestos a donarle las 24 mensualidades, él confirma que el televisor ahora es nuestro.
Como se ve, esta operación mercantil difiere muy poco de los intercambios de obsequios que nos hacemos para demostrarnos amor entre familiares y amigos.
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6 comentarios:
El intercambio de regalos siempre supone un ida y vuelta, aunque no sea en obsequios o dinero. Como ud dice en el título, es una muestra de amor y espera ser correspondido con amor.
Me parece que ud está en contra del pago a crédito.
Utilizar la venta a crédito le sirve al que vende y al que compra.
Es frecuente que se desprecie el "dame que te daré", pero creo que eso surge de negar la realidad, de no querer observarse a uno mismo.
Hasta en el amor entre padres e hijos, uno espera un ida y vuelta. No se deja de amar a los hijos, pero queda un sentimiento de frustración.
La diferencia entre familiares y amigos es que no cobramos intereses. No esperamos que se nos devuelva más de lo que entendemos que dimos.
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