Días pasados les comentaba que, observado el tema de la pobreza patológica desde otro punto de vista, es posible concluir que la energía que nos mueve, nos mantiene activos y yo diría, a salvo de la odiosa depresión anímica, proviene de las carencias, de lo que nos falta, de lo que tenemos que conseguir.
Anteriormente les había hecho algunos comentarios con referencia a los huecos (agujeros) (2).
Si asociamos ambos artículos, podemos resumir que uno de los malestares que nos (con)mueven, es la sensación de carencia, ausencia, vacío y que, es a partir de esta molestia, que somos estimulados para hacer cosas, para buscar soluciones a nuestro malestar, y —en definitiva—, para producir, crear, transformar la realidad.
Vamos a suponer —como hipótesis de trabajo— que los seres humanos somos todos iguales, es decir, que todos necesitamos la misma cantidad de energía para movilizarnos, para cumplir con la lógica de la naturaleza de la que depende el fenómeno vida (3).
Si esa cantidad de energía depende de nuestras carencias movilizadoras (estimulantes, provocadoras, dolorosas), podemos decir —continuando con la misma hipótesis de trabajo— que, en condiciones ideales, todos deberíamos tener la misma carencia, la misma sensación de vacío, un agujero (símbolo de nuestras necesidades y deseos), de un mismo tamaño.
¿Qué les ocurre a los ricos? Que tienen un agujero de menor tamaño. En términos vulgares —y obvios— tienen una carencia menor. Tienen el agujero obstruido, achicado, empequeñecido, rellenado, tapado.
Los elementos obstructivos, no solamente son monetarios sino también en términos de seguridad.
Por eso, es de ricos, gastar fortunas en comprar riesgo (póquer, deportes extremos, conocer lugares exóticos).
En suma: los ricos gastan mucho dinero para desobstruir el agujero que les da energía. Gastar en estos casos, es aliviarse, desintoxicarse, estimularse, desobstruirse.
Podríamos hablar entonces de riqueza patológica.
(1) Mi mejor posesión, es lo que me falta
(2) Los agujeros: patrimonio de la humanidad
(3) Los fundamentos de este punto de vista están reunidos en el blog titulado Vivir duele
●●●
12 comentarios:
Tener las necesidades económicas satisfechas, no obstruye agujeros. Permanecerán abiertos porque no podrá erradicarse el temor a la muerte, al envejecimiento, las enfermedades, los accidentes, los robos, las deslealtades, las pérdidas de seres amados, la pérdida de lo que se conquistó económicamente, y tantas otras cosas.
La depresión anímica proviene también, en parte, de sentir angustiosamente aquello que nos falta.
A mí me parece correcto lo que dice el Licenciado de que los ricos tienen el agujero obstruído. Lo que plantea Sandra, las carencias que los ricos tienen al igual que los pobres, no niega que hay otras carencias que ellos sí pudieron satisfacer. Por algo han trabajado para mantener y aumentar su fortuna. Además gozan de grandes autoengaños; son proclives a creer que su poderío económico les da cierta inmunidad ante las carencias que todos sufrimos.
Gasté mucho dinero en la liposucción. Mi problema es la gordura patológica.
Los agujeros más feos de ver son los de la nariz, cuando el finado está en el cajón.
Podemos suponer aquellos ricos que hicieron su fortuna a partir de su trabajo, tenían una carencia muy grande que tapar, y por eso se esforzaron tanto. Lo que me pregunto es si en realidad la obstruyen, porque las carencias que intentaron rellenar con riqueza económica, no eran en realidad carencias vinculadas a lo económico. Podría suceder que tras un largo y sostenido esfuerzo de autoengaño, y al constatar que ese esfuerzo no sirvió para tapar el agujero, se pierda motivación, razón por la cual comience a dilapidarse la fortuna.
El agujero no responde directamente a las carencias sino a cómo se las vive, al peso que tienen en cada uno de nosotros.
Lo que los uruguayos necesitamos para movilizarnos es mejorar nuestra autoestima.
Los agujeros permiten que entren y salgan cosas. Tener el agujero obstruído, empobrecería nuestro vínculo con el exterior.
Déjense de hablar de agujeros. Es un asco!
El problema con los laxantes es que uno se acostumbra a ellos. Por eso conviene buscar laxantes lo más sanos posibles, o que no creen adicción. (metafóricamente hablando).
ja-ja- ¡por fin aparecieron los verdaderos enfermos!
Publicar un comentario