Todos somos intuitivos y contaremos con esta eficaz
destreza si podemos prestarle atención a la globalidad de lo que nos interesa
conocer y, sobre todo, si aceptamos serenamente la posibilidad de cometer un error.
La intuición existe en todos
solo que algunos la tienen más desarrollada que otros. Más aun: algunos se
animan a confiar en esa forma de entender y resolver, salteándose el proceso de
recabar información, ordenarla, analizarla minuciosamente, estudiarla,
razonarla, para finalmente llegar a una conclusión, decidir y actuar.
La práctica es un elemento esencial. Si
durante nuestra vida acostumbramos dejarnos llevar por la intuición esta
tenderá a desarrollarse y a ganar confiabilidad, acierto, eficacia.
En el video les pongo el ejemplo de cómo
decidir una compra en la que debamos hacer un desembolso de dinero más grande
de lo habitual.
Si vamos a comprar, por ejemplo, una heladera,
podemos tener en cuenta el prestigio de quien la vende, los años de trayectoria
comercial en la zona donde está instalado, su inevitable necesidad de saber
comprar para que sus clientes no se perjudiquen con la mercadería que le
compran.
No solo el comerciante necesita tener mucho
cuidado en qué productos vende para conservar su prestigio y su clientela,
también debe hacer algo parecido el fabricante o importador de esa mercadería.
Quien, en este caso, fabrica (o representa en el país una determinada marca
extranjera) heladeras, debe cuidar su buen nombre porque lleva muchos años
instalarlo en el mercado como algo confiable, especialmente ahora en que las
redes sociales difunden las malas experiencias de los «amigos», para vengarse
del comerciante que los perjudicó e indirectamente también, para evitar que
otros se perjudiquen.
Como vemos, el desarrollo de la intuición no
es otra cosa que tener una noción global de cada fenómeno, por ejemplo, los
intereses del fabricante, del importador, del vendedor, el accionar de las
redes sociales y las propias sensaciones sobre cómo son las buenas telas, las
buenas personas, los buenos comerciantes, los buenos vehículos, las buenas
heladeras.
Al desarrollo de esta visión global,
imprescindible para que la intuición funcione, debemos agregar el elemento más
valioso: la tranquilidad de que estamos autorizados a equivocarnos. Si
compramos algo inconveniente, si hacemos un mal gasto de nuestro dinero, esto
está dentro de lo que a cualquier ser humano puede pasarle.
En otras palabras: decidimos mejor si estamos
seguros de que podemos equivocarnos y decidimos peor si lo hacemos bajo la
amenaza de nuestras propias recriminaciones.
(Este es el Artículo Nº 2.140)
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