Quizá la Revolución Cubana admite otra
interpretación diferente.
Antes de la Revolución, Cuba era un país tropical como
cualquier otro, es decir, muy rico en alimentos, donde comer era tan fácil que
los pobladores no podían desarrollarse superando dificultades, desafíos,
escaseces que les exigieran esfuerzos físicos e intelectuales (1).
Como esa abundancia es dañina para el mejor crecimiento de
los humanos, existían personas que acumulaban grandes cantidades de riqueza,
porque espontáneamente, cuando estamos en un territorio demasiado generoso,
unos pocos retiran la riqueza excesiva y nos dejan con lo mínimo para tener que
esforzarnos para sobrevivir. Los ricos son eso: humanos que retiran la
abundancia dañina, dejando a la mayoría con las condiciones de vida que
tendrían en un territorio cuyas carencias exigieran esos esfuerzos que
necesitamos hacer para desarrollar todas nuestras potencialidades.
La manera tradicional de adaptarnos a un territorio rico
genera fuertes conflictos sociales, (entre explotadores ricos y explotados
pobres); los pobres envidian a los ricos recolectores de excesos tóxicos, y en
vez de luchar para conseguir lo que necesitan se dedican a odiarlos
enceguecidos.
Todo es propicio para que surja un cambio: la Revolución Cubana
exterminó a los ricos, instaló un gobierno que monopolizó el rol de extraer la
riqueza tóxica y organizó la vida de los pobladores para que todos se sintieran
iguales, sin envidia, con un Estado fuerte y rico que administra esos recursos
excedentarios, que también fueron retirados del acceso público para que el
pueblo pudiera contar con la escasez necesaria, pero sin enemistarse con nadie,
sin padecer la envidia que antes sentía hacia los ricos explotadores.
Este experimento solo podía hacerse en una isla, donde fuera
posible controlar las fugas de quienes no querían soportar la carencia que los
haría crecer como individuos. Además, solo podía hacerse con un Fidel Castro,
cuyo carisma permitió instalar este régimen que beneficia al ser humano. Estatizó
la concentración de la riqueza excedentaria, la tóxica, la abundancia que les
impedía desarrollar todos sus talentos.
(Este es el Artículo Nº 2.153)
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