Las molestias provocadas por la cantidad de
información nuestra que poseen los gobiernos y los proveedores, se deben a una
fantasía juvenil y divertida.
Gran parte de nuestra
educación proviene del cine, las novelas, los chismes, la televisión, la radio,
los hermanos mayores, los comics. También aprendemos algunas cosas interesantes
(pocas) del Sistema Educativo.
Ninguna de las mencionadas
fuentes de conocimiento, que invadieron nuestra privacidad o que fuimos a
buscar con avidez, es perfecta o nos enseñó alguna verdad indiscutible. Todas
nos fueron aportando datos, ejemplos, experiencias, ideas, sugerencias,
consejos, imposiciones, con las que terminamos armando nuestra conducta,
nuestra filosofía, nuestra configuración de mundo.
Hemos aprendido que los
grandes personajes poseen secretos. Los héroes viven en Baticuevas, o en la
selva (Tarzán), o escondidos tras una doble personalidad (Superman), o en la
clandestinidad aunque con licencia para matar (James Bond).
Hemos aprendido, por nuestra
propia deducción, que para disfrazarnos de grandes personajes sería bueno tener
una vida secreta. Dedujimos que la transparencia erosiona nuestro prestigio,
mientras que el anonimato y la opacidad tenebrosa nos hacen grandiosos,
temibles, admirables.
Es por este conjunto de
circunstancias de nuestra existencia que, para muchas personas, resulta muy
molesto saber que los gobiernos, los proveedores y los adminsitradores de
tarjetas de crédito, saben de nosotros más de lo que se puede saber de Batman,
Robin, Tarzán, James Bond.
Objetivamente, no es
preocupanate ni problemático tener una vida transparente, al menos para quienes
vivimos dentro de la ley y el orden. Es problemático sí para quienes cumplir
con las normas básicas de convivencia es difícil o imposible.
El hecho es que a la mayoría,
a quienes llevamos una existencia alejada de todo lo que debe hacerse sin luz,
a escondidas, con guantes que oculten nuestras huellas digitales, es bueno que
los malos ciudadanos no tengan dónde ocultar sus tropelías y es bueno que los
proveedores sepan qué realmente preferimos para que se dediquen a fabricarlo en
mayor cantidad y a un precio menor.
(Este es el Artículo Nº 2.142)
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