jueves, 6 de marzo de 2014

Qué hacen con lo que saben de nosotros


Las molestias provocadas por la cantidad de información nuestra que poseen los gobiernos y los proveedores, se deben a una fantasía juvenil y divertida.

Gran parte de nuestra educación proviene del cine, las novelas, los chismes, la televisión, la radio, los hermanos mayores, los comics. También aprendemos algunas cosas interesantes (pocas) del Sistema Educativo.

Ninguna de las mencionadas fuentes de conocimiento, que invadieron nuestra privacidad o que fuimos a buscar con avidez, es perfecta o nos enseñó alguna verdad indiscutible. Todas nos fueron aportando datos, ejemplos, experiencias, ideas, sugerencias, consejos, imposiciones, con las que terminamos armando nuestra conducta, nuestra filosofía, nuestra configuración de mundo.

Hemos aprendido que los grandes personajes poseen secretos. Los héroes viven en Baticuevas, o en la selva (Tarzán), o escondidos tras una doble personalidad (Superman), o en la clandestinidad aunque con licencia para matar (James Bond).

Hemos aprendido, por nuestra propia deducción, que para disfrazarnos de grandes personajes sería bueno tener una vida secreta. Dedujimos que la transparencia erosiona nuestro prestigio, mientras que el anonimato y la opacidad tenebrosa nos hacen grandiosos, temibles, admirables.

Es por este conjunto de circunstancias de nuestra existencia que, para muchas personas, resulta muy molesto saber que los gobiernos, los proveedores y los adminsitradores de tarjetas de crédito, saben de nosotros más de lo que se puede saber de Batman, Robin, Tarzán, James Bond.

Objetivamente, no es preocupanate ni problemático tener una vida transparente, al menos para quienes vivimos dentro de la ley y el orden. Es problemático sí para quienes cumplir con las normas básicas de convivencia es difícil o imposible.

El hecho es que a la mayoría, a quienes llevamos una existencia alejada de todo lo que debe hacerse sin luz, a escondidas, con guantes que oculten nuestras huellas digitales, es bueno que los malos ciudadanos no tengan dónde ocultar sus tropelías y es bueno que los proveedores sepan qué realmente preferimos para que se dediquen a fabricarlo en mayor cantidad y a un precio menor.

(Este es el Artículo Nº 2.142)


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