sábado, 29 de marzo de 2014

Ganadería humana


La esclavitud, la trata de personas, los matrimonios por conveniencia, progresivamente en desuso, agregan ahora la contratación precoz de niños que prometen grandes desempeños deportivos.

La explotación del hombre por el hombre no es un concepto denunciado por Carlos Marx, útil exclusivamente para denunciar las injustas relaciones laborales entre empleadores y empleados.

En este video y artículo les comento lo que cada vez ocurre menos en Latinoamérica: la negociación en la que los padres les exigen al novio de la hija cierta retribución económica como condición para autorizar el matrimonio.

Si bien es cierto que son las mujeres las que eligen a quien será el padre de sus hijos, las cosas no ocurren siempre así. Muchas veces ellas tienen que conformarse con alguien diferente al que siempre desearon (léase: amaron), ya sea porque él estaba comprometido con otra persona, o porque los padres de uno o de otra se opusieron tenazmente, o porque apareció otro interesado en la joven que hizo una oferta económica que la muchacha no pudo despreciar, presionada por su familia.

Estos fenómenos de índole comercial nos retrotraen a la venta de esclavos, a la trata de blancas o de extranjeros. Los seres humanos podemos ser considerados bienes de cambio (canjeables por dinero) o bienes de uso (utilizables para trabajar). En ambos casos funcionamos como mercaderías o como semovientes.

Aunque muchos se escandalizan por esta indignante situación, pueden no ser conscientes de la doble moral que poseen. Efectivamente, si una mujer no tiene derecho a abortar entonces su cuerpo, en forma explícita, no le pertenece. Esto y la esclavitud son casi lo mismo.

Si bien en nuestra heterogénea Latinoamérica estas prácticas van perdiendo protagonismo, no ocurre lo mismo con la firma de contratos en los que los padres venden a un contratista los derechos a utilizar con fines deportivos a su pequeño hijo, que nació con un inocultable don de ser, en el futuro, un gran jugador, capaz de generar para sus dueños, enormes ganancias.

(Este es el Artículo Nº 2.163)


No hay comentarios: