El
cumplimiento de las normas ortográficas es posible en personas que también
pueden cumplir con otras normas: puntualidad, tránsito, conducta, respeto. Por
lo tanto, ante el incumplimiento de las reglas ortográficas podemos pensar que
también existen otros incumplimientos.
Los seres humanos somos
coherentes. Quizá puedo afirmar que todos
los seres vivos somos coherentes... porque la coherencia
no es otra cosa que la armonía existente entre las diferentes funciones
biológicas, sin la cual la vida sería imposible.
Por lo tanto, los humanos siempre somos coherentes mientras
estamos vivos. Fallecemos solo porque perdemos la coherencia, la armonía, la
afinidad funcional.
Es gracias a esta coherencia que podemos sacar algunas
conclusiones a partir de ciertos datos. El siguiente ejemplo es el motivo
central de este artículo.
Cuando señalamos que alguien tiene muchas faltas de
ortografía podemos pensar que es descuidado, olvidadizo, rebelde, ignorante,
transgresor.
La gramática es el conjunto de normas que regulan nuestro
lenguaje. Este funciona colectivamente en tanto podamos cumplir algunas leyes.
Si cada uno actuara con independencia de los otros hablantes no podría
entenderse con los demás, quedaría incomunicado, aislado.
Este aislamiento puede ser penoso o placentero. Si bien
somos animales sociales, gregarios, integrantes naturales de grupos, familias,
afiliaciones, religiones, naciones, a veces necesitamos o preferimos estar
solos, apartarnos de la manada.
En este caso decimos que esa soledad está provocada por el
narcisismo, es decir, por un amor especial a sí mismo, reforzado por el
desinterés especial a todos los demás.
Por lo tanto, en las relaciones humanas, si bien podemos
escribir y hacernos entender teniendo en cuenta solo la fonética de las
palabras, el respeto a la ortografía permite pensar que esa persona, dado que
es coherente, muy probablemente también sea sociable, admita las normas de
convivencia, respete a los demás, los tenga en cuenta, pueda amarlos, ser
puntual para llegar en hora a las citas y también para pagar las deudas; muy
probablemente también pueda respetar los reglamentos de circulación por calles
y carreteras, ser confiable porque dice lo que piensa, sepa comportarse
adecuadamente en diferentes situaciones: viajes, fiestas, trabajo, estudio.
Estos pocos ejemplos nos permiten entender por qué, si
alguien no logra respetar las normas ortográficas, está informando una
importante variedad de carencias en el desarrollo de su personalidad, que van
mucho más allá de ese pequeño detalle
de incluir una letra h aunque no
suene, o de elegir correctamente las letras c,
s, x o z, aunque provoquen
sonidos casi iguales.
(Este es el Artículo Nº 2.159)
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