En algunos pueblos hispanoparlantes, se habla de la dolorosa para referirse al documento
comercial que indica de qué monto debe ser una
limosna cristianamente válida (con dimensión penitencial).
Aunque
el Diccionario de Americanismos de la Real Academia Española aun no lo tiene
incorporado, en algunos pueblos hispanoparlantes se le dice dolorosa a la factura de compra,
al ticket de caja, al boleto de consumo, a la nota de contado o como le llamen
a ese comprobante que debe entregar quien cobra a quien paga.
Por ejemplo, en un bar de
parroquianos, se puede oír que alguien dice:
— Mesero, tráeme la dolorosa, (refiriéndose al ticket de
consumición), para saber cuánto tengo que pagarte.
Si bien toda compra es un
trueque en el que se permuta mercadería común por dinero, no todo el mundo
entiende así esta transacción. Especialmente cuando el bien que se paga es un
servicio (reparación, pintura de casas y muebles, interpretación artística,
atención de salud, limpieza sanitaria).
En un trueque, dos personas
intercambian bienes de valor similar; en una compra debemos entender que el
dinero también es un bien. Por eso se dice que una compra es un trueque.
Pero para quienes esta
transacción no es ni un trueque ni una compra, sino alguna otra cosa que no
saben bien qué es, pueden imaginarse al margen de la economía de mercado a la
que pertenecen y suponer que entregan lo que entregan, (bienes o servicios), en
forma gratuita, siempre que el otro esté dispuesto a darles una limosna.
En los hechos la situación es
igual a una venta de bienes o servicios que se pagan con dinero, pero para
estos marginales, (porque procuran
ubicarse al margen del sistema capitalista), es preferible pensar que trabajan
gratis solo para quienes les dan limosna.
En este concepto aparece la
doctrina cristina para fijar una pauta económica que beneficia a quien trabaja gratis.
Efectivamente, los católicos
dicen que ninguna limosna es un acto cristiano si no le duele a quien la da.
Por este motivo, aquella persona
que simuló trabajar gratis tiene en realidad la intención de cobrar más que si
le hubiera puesto un precio, pues esa limosna, que opera como remuneración,
debe ser tan alta que martirice al comprador.
Llegamos a este punto para
entender por qué, en algunos pueblos hispanoparlantes, se habla de la dolorosa para referirse al documento
comercial que indica de qué monto debe ser la
limosna cristianamente válida (con dimensión penitencial).
(Este es el Artículo Nº 2.151)
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