Tener que
aceptar la infundamentada prohibición del incesto y la indemostrable creencia
en Dios, hace que nuestro cerebro sea considerado un órgano defectuoso, en el
que no podemos confiar. Esto explica por qué tantas personas son pobres porque
no tienen capacidad para ganarse la vida.
Somos educados para ser pobres
y esa educación quizá sea de las más efectivas, porque nos llegó por el lado
del autoritarismo.
Cuando un niño pregunta por
qué no puede tocar a la hermana y dónde está Dios, se le dan respuestas
descabelladas, insólitas, y fundamentalmente erróneas.
En esos temas tan importantes
como son la sexualidad y la noción de cómo es la realidad en la que tenemos que
actuar, recibimos órdenes injustificadas o explicaciones indemostrables.
Esto nos sume en el
primitivismo, en la obediencia de esclavo. Nos imponen ideas, que a todas luces
son arbitrarias y seguidamente se nos amenaza con severos castigos, ya sea si
transgredimos la prohibición o si desconocemos a Dios.
Es una educación humillante en
la que se nos confirma que nuestro intelecto, nuestro cerebro, funcionan mal.
Para cualquiera es normal que
si el cerebro falló una vez, por ejemplo, en no entender por qué una niña no
puede tener hijos con el hombre que más ama pues, casualmente, es el padre y
luego falla otra vez porque no logra entender qué es eso de Dios, quien nos
mira sin que podamos verlo, quien nos oye sin que podamos oírlo y otras
asimetrías por el estilo, si el cerebro nos falla en dos ocasiones tan
importantes, es normal que dejemos de creer en nuestras ideas, en nuestras
opiniones, en nuestras decisiones, en nuestros sentimientos, en nuestras
percepciones sensoriales.
La inseguridad que nos
provocan estas dos arbitrariedades impuestas por la fuerza, nos predispone a no
ser capaces de ganarnos la vida, a no ser capaces de ofrecer nuestro trabajo, a
no animarnos a negociar un salario, a no saber buscar con quien formar una familia,
a temer que nuestros consejos perjudiquen a nuestros hijos.
En suma: estas dos groseras irregularidades
vigentes en nuestra cultura (prohibición del incesto y Dios), forzosamente
generan civilizados particularmente
inseguros, emocionalmente inmaduros e intelectualmente subdesarrollados.
(Este es el Artículo Nº 2.177)
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