Los humanos
nos comparamos por nuestra disponibilidad de dinero, por razones básicamente
arbitrarias. Lo que sí necesitamos es vincularnos, tanto sea mediante el amor o
mediante el odio. Lo que necesitamos de manera imprescindibles es sentir que
formamos parte de un colectivo (familia, sociedad, gremio).
Una cosa es que existan
personas ubicadas por debajo de la línea de pobreza, en la indigencia, y que no
puedan tener una vida digna y otra es que hagamos un verdadero escándalo con
esa situación.
Todos somos diferentes y, a
grandes rasgos, conformamos grupos enormes, que nos diferenciamos: millones de
enfermos piensan en los millones de sanos, millones de feos piensan en los
millones de lindos, millones de familias con muchos hijos piensan en los
millones de familias que no pueden tener hijos, millones de pobres piensan en
millones de personas que no saben qué es tener escasez de dinero.
En este último punto vivimos
una situación escandalosa. Las otras diferencias son tanto o más dramáticas que
la cantidad de dinero disponible, pero es en este aspecto que la situación se
presenta de manera más espectacular.
El comentario que les hago en
el video refiere a que nuestra forma de vincularnos es por medio de los sentimientos
que nos inspiramos mutuamente.
Tanto el amor como el odio son
sentimientos que forman vínculos, ya sea de atracción o de repulsión, pero
gracias a ellos tenemos en cuenta al otro.
En grandes líneas, es posible
decir que amamos a quienes se parecen a nosotros y que odiamos a quienes no se
parecen a nosotros. En el fondo tenemos un asunto de tolerancia o intolerancia
al diferente... al diferente a cada uno de quienes amamos u odiamos.
La cantidad de dinero
disponible es un indicador que nos diferencia, pero lo hemos elegido con bastante
arbitrariedad. No se nos ocurre enojarnos con quienes tienen mejor salud, más
belleza, más hijos.
En suma: en este artículo les propongo pensar
que el dramatismo con el que vivimos las diferencias socioeconómicas que nos
enfrentan y tanto nos angustian, quizá sea antojadizo, eventualmente absurdo y
despótico. Lo que en el fondo necesitamos es diferenciarnos para estimular
algún sentimiento, de unión o de rechazo, con el cual sentirnos vinculados como
integrantes de la misma especie, porque somos esencialmente gregarios,
sociales, no podemos vivir solos, necesitamos amigos y enemigos, para sentir
que estamos vivos.
(Este es el Artículo Nº 2.167)
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