martes, 10 de noviembre de 2009

El deseo: autoritario pero desconocido

Cuando pienso en cómo erradicar la pobreza patológica (aquella pobreza que está en conflicto con los intereses de quien la tiene), recurro a las herramientas teóricas del psicoanálisis porque me parece que son las más útiles.

Utilizaré un ejemplo para comentarles en qué me parece útil el psicoanálisis aplicado a este tema.

Esta teoría procura saber qué es lo que realmente deseamos porque parte del supuesto de que el deseo es lo que nos mueve, tanto para hacer cosas convenientes como inconvenientes, placenteras como desagradables.

Saber del deseo implica enterarnos de algunas cosas de nuestra psiquis que tradicionalmente las tenemos fuertemente escondidas (hasta de nosotros mismos).

Escondemos todo aquello que sea rechazado por la sociedad: la agresividad, la sexualidad, el egoísmo (entre otras características que todos tenemos).

Vivir desconociendo estos rasgos de nuestro deseo equivale a no saber qué harán nuestras manos, porque nuestros actos están gobernados por el deseo y si no sabemos qué deseamos realmente equivale a no saber qué harán nuestras manos.

Sé que estoy exagerando pero quiero ser claro: Desconocer nuestro verdadero deseo nos dificulta tanto la existencia como si a un pianista se le ocurriera desarrollar su talento pero sin mirar el teclado o, peor aún, poniéndose de espaldas a él.

Es perfectamente posible (por ejemplo) que muchas personas que padecen la pobreza material no sepan que su deseo las está obligando a malgastar el poco dinero que logran conseguir.

Está confirmado que el deseo cambia cuando se lo conoce. Las características que se mantienen en el anonimato, siguen funcionando, pero cuando son descubiertas empiezan a transformarse.

El deseo nunca deja de actuar, pero cuando su dueño lo desconoce se comporta de una forma más primitiva, anárquica y prepotente.

●●●

11 comentarios:

Olivia dijo...

No terminamos nunca de prepararnos para ganarnos el pan.

Ahora usted dice que también deberíamos estudiar nuestro inconsciente.

Tendrá razón pero cuándo se termina esto de capacitarse?

Lic. S. Acosta dijo...

Quiero felicitarlo por la sensillez y claridad con la que explica los conceptos básicos del psicoanálisis. Pienso que está llevando adelante una tarea muy valiosa.

Nuri dijo...

Hago malabares para vivir con mis escasos ingresos. Mi problema no es malgastar, lo que yo necesito es conseguir otro empleo que complemente los que ya tengo.

Adela dijo...

Estuve muchos años en psicoterapia y nunca pude descubrir un deseo que estuviera oculto a mi conciencia. No sé si me habrán tocado profesionales incapaces o si la terapia psicoanalítica no es adecuada para mí.

Anónimo dijo...

La falta de deseo, la apatía, desmotivación, falta de iniciativa, en fin, todas esas lacras, te impiden pedir ayuda, porque perdés la esperanza de que algo pueda mejorar.

J.R. dijo...

Me doy cuenta de que escondo, o reprimo, mi agresividad hacia los demás y la vuelco toda en mí mismo.

Canducha dijo...

El inconciente de mi marido, también pierde el control de sus propias manos.

Ingrid dijo...

Espero que mi psicóloga sepa cuál es el momento adecuado para que me enfrente a mis verdaderos deseos. Confieso que tengo un poco de miedo.

Eduardo dijo...

Pensando un poco en el comentario anónimo, creo (siendo un lego en el tema) que no es posible la no existencia del deseo; posiblemente lo que suceda es que se encuentre reprimido o negado; inaccesible de algún modo.

Morgana dijo...

¡Qué mal hechos estamos! El deseo no debería impulsarnos a hacer cosas desagradables o perjudiciales.

Natalia dijo...

La mayor parte de mis ingresos me los gasto en pilchas. No lo puedo evitar. Es que verme bien me hace sentir bien. El problema es que después estoy hasta el cuello, pidiendo préstamos y haciendo calesitas.