sábado, 21 de noviembre de 2009

La vergüenza universal

Por una razón tan objetiva como es la física, «la unión hace la fuerza».

Para ganar dinero, tenemos que tener fuerza (energía, voluntad, resistencia).

Dentro de la realidad tangible (la que se puede tocar), estas ideas son muy claras, entendibles, fácilmente aceptables: si tenemos que mover una mesa, lo haremos más fácilmente si unimos la fuerza de dos personas.

Dentro de la realidad intangible (la que no se puede tocar), estas ideas son menos claras, entendibles, aceptables: si deseo algo que me lo prohíben sin decirme por qué, quedaré confundido, perplejo y frustrado.

La prohibición del incesto es algo que nos debilita, pero no por el hecho de que no podamos casarnos con un familiar directo sino porque deseamos hacerlo y la sociedad nos lo prohíbe sin explicarnos por qué.

Es un tema del que no se habla. Cada uno de nosotros, alguna vez tuvo deseos incestuosos y tampoco pudo comentarlo, plantearlo. Aquel anhelo nos hizo pensar que éramos los únicos poseedores de una aspiración tan aberrante, monstruosa y degenerada que no se podía ni mencionar.

Este silencio hermético nos hizo pensar que algo dentro de nosotros era malo, peligroso, enfermo. Como el tema era tabú, no pudimos consultar sobre él, confirmar (o no) si era algo propio de nuestra especie o algo personal efectivamente malsano de lo que tuviéramos que avergonzarnos y cuidarnos.

Lo desconocido, el secreto, lo silenciado, genera miedo, desconfianza, rechazo.

Fue tan mortificante aquella sensación de anormalidad que sentimos, que la olvidamos por insoportable.

Pero no podemos anular lo que nos pasó. Apenas podemos olvidarlo, quitarlo del campo de la conciencia, hacernos los distraídos.

Por eso, aquella sensación de monstruosidad que sentimos continúa activa inconscientemente, dividiéndonos, haciéndonos sentir que tenemos a un enemigo dentro, que no somos confiables, debilitándonos, quitándonos energía para todo, incluso para ganar el dinero necesario.

●●●

13 comentarios:

Pitameglio dijo...

Yo no necesito que nadie me hable de por qué no debo cometer incesto. No somos animales.

Leonor dijo...

A mi me pasa que no puedo recordar nada de esto. No me siento anormal por la amnesia pero me cuesta comprender esto que usted dice que me debilita.

Marita dijo...

Es horrible sentirse único en algún "pecado" ante los ojos de los demás. Saber, comprender y compartir nuestras vergúenzas con la o las personas adecuadas, nos alivia y descubrimos el 99% de las veces que no somos únicos en casi nada.

Guyunusa dijo...

Las personas que efectivamente tienen conductas malsanas, comunmente las practican sin sentido de culpa. La culpa es un indicador de que estamos sufriendo algo que le es común a mucha gente.

Esteban dijo...

Creo que la prohibición del incesto nos molesta antes que nada porque limita nuestra libertad en la realización de sentimientos muy fuertes. Me parece que saber o no el motivo de la prohibición es secundario.

Súperman dijo...

No recuerdo si la criptonita me debilitaba o me fortalecía. Mi olvido se debe a un trauma de mi infancia, estoy seguro.

la gordis dijo...

La gordura me avergüenza y tengo que cuidarme de ella, pero al menos no es un tema tabú.

Alicia dijo...

Alguna vez en mi adolescencia tuve la sensación de que tenía un monstruo adentro que me quitaba lentamente la vida.

Rulo dijo...

La energía, voluntad y resistencia tenés que tenerla para buscar trabajo. Una vez que lo encontrás, ya después es más fácil.

Paty dijo...

Cuando era chiquita mi padre dejaba que lo mimoseara. Después cuando me hice un poco más grande, buscaba alejarme delicadamente y yo no entendía por qué. Pensaba que él estaba fastidiado conmigo.

Graciana dijo...

Tuve un novio que estaba lleno de secretos y cosas que para mí eran desconocidas; eso me generaba (por momentos) mucha desconfianza, pero la mayor parte del tiempo confiaba instintivamente en él.

Anónimo dijo...

Me pasó algo muy similar con mis deseos homosexuales, hasta que empecé a comprender y desapareció la angustia.

Carina dijo...

Algunos psicólogos dicen que en los primeros años no hay que darle demasiadas explicaciones a los niños, que sólo es necesario que tengan claro qué se puede hacer y qué no. Personalmente pienso que si el niño pregunta es porque necesita y puede recibir una respuesta.