Algunas personas gozan endeudándose de más y una opción que pueden elegir es la de creer que tienen una deuda (impagable) con sus padres.
La deuda imposible de pagar es el título de un artículo (1) que refiere a la deuda que los hijos generarían con sus padres.
El resumen inicial del artículo dice:
«La tradición de que los hijos mantengan a los padres cuando envejecen, puede convertirse en una responsabilidad tan deprimente, agobiante y desestimulante, como para causar pobreza patológica.»
Estos comentarios refieren al compromiso, tan profundo que parece genético, por el cual durante milenios los hijos (o algunos hijos) han asistido a sus padres ancianos en todo lo necesario: alimentación, alojamiento, cuidados médicos.
En aquella ocasión les decía que si aceptamos que lo que nuestros padres hicieron por nosotros nos generó una deuda, entonces estamos técnicamente en quiebra porque sería una fortuna.
Hoy cambio el eje del razonamiento para ponerme en «la vereda de enfrente», no sólo porque también existe sino porque tiene sus atractivos.
Muchas personas quieren estar endeudas y otras (quizá menos) quieren estar muy endeudadas.
El motivo confesable de quienes disfrutan endeudándose es que ciertas circunstancias ineludibles (compromisos, gastos en salud, generosidad de carácter) obligaron al deudor a contraer deudas que en el momento de contraerlas, él y muchos otros, sabían que no serían pagadas.
Ayuda a comprender este encarcelamiento financiero recordar que el placer humano puede estar radicalmente divorciado del sentido común: alguien puede gozar vomitando, yendo a la cárcel o casándose con la peor opción.
Por lo tanto, aquellos hijos que gozan sintiéndose enterrados en deudas, que ni en cuatro reencarnaciones podrían pagarse (como es el caso de la deuda que imaginariamente alguien podría tener si la gestación y crianza hubiera que pagarlas), hará lo posible por sentirse financieramente obligado con sus padres.
(1) La deuda imposible de pagar
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9 comentarios:
Sentir que se tiene una enorme deuda con los padres, podría estar encubriendo el temor de no haber sido deseado. Sería una forma de autoconvencerse de lo contrario.
Quizás quien goza endeudándose de más, siente que está en grave falta con sus padres.
Lo ideal sería que todos pudiésemos planificarnos autosustentables hasta el último día.
Sí, querer afrontar un esfuerzo que escapa a nuestras posibilidades, puede quebrarnos.
Yo siempre les digo que no pedí venir al mundo.
Así como existe el labado de dinero, existe el labado de culpas. Este último se puede llevar a cabo asumiendo duras cargas.
No olvidemos que cuando hablamos de goce no estamos queriendo decir placer, sino satisfacción de una necesidad inconsciente.
Estar muy endeudado te quita libertad. Y con menos libertad se corren menos riesgos.
El padre o la madre que supo dar una mano en el momento oportuno, posiblemente genere agradecimiento en el hijo, quien deseará retribuírlo cuando sea necesario.
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