miércoles, 19 de octubre de 2011

«Todos lo sabían menos yo»

Ser el último en enterarse es una situación generalmente terrible, pero ocurre.

Usted y yo tenemos la ingrata obligación de dejar sin trabajo al gerente de personal porque venderemos el 51% de la empresa y el nuevo propietario puso como condición que ese cargo sea ejercido por su yerno, quien actualmente está desocupado, que la hija está esperando lo que será su primer nieto, que es una persona muy capacitada, que la sustitución de uno por otro no solo no causará problemas sino que por el contrario, los resultados favorables no se harán esperar.

Hace años que González trabaja con nosotros, nos ha solucionado una enormidad de conflictos gracias a su indiscutida capacidad y, sobre todo, a la fidelidad que siempre ha tenido para con nuestra compañía.

Sin embargo, para la familia de usted lector y la mía, fue una oportunidad que no pudimos dejar pasar. Nuestros hijos están próximos a ingresar a la universidad, necesitamos el dinero de la venta para darles lo mejor y no podemos responsablemente priorizar los merecidos intereses de González en desmedro de las economías familiares de usted y mía.

Sabemos que González conoce mucho de nuestros negocios, tiene vínculos personales con nuestros competidores, se lleva muy bien con los líderes naturales de nuestro personal y por eso no podemos avisarle a González que será despedido, a pesar de su excelente desempeño, trayectoria y que con sus 50 años le será muy difícil volver a emplearse.

Aunque ni a usted ni a mí nos gusta lo que vamos a hacer, tenemos que manejar nuestra decisión en la más absoluta reserva y reconocer que todo esto que tan injustamente perjudica a nuestro leal colaborador no es otra cosa que la mala suerte de él.

Por lo tanto, González será el último en enterarse de su despido.

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12 comentarios:

Horacio dijo...

La solidaridad es un valor que se cultiva para cosecharlo en los momentos de mayor precariedad. La hemos defendido he inventado para que nos salve cuando no tenemos opción. Fuera de esos contados momentos, podría decirse que la solidaridad, y los principios todos en general, estorban. Ese estorbo que nos causan cuando intentamos movernos con agilidad en el mercado laboral y la sociedad en la que nos tocó vivir, nos pone culpógenos. Vivimos de tal forma que es casi imposible poder escaparle a la culpa. Sin embargo podemos razonar y encontrar las justificaciones adecuadas para todo. Las personas bien adaptadas saben justificar sus acciones para sentirse cómodas dentro de su piel; asunto que se vuelve imprescindible para lograr calidad de vida.

Estela dijo...

No quisiera estar en el lugar de González y tener que comprobar de manera tan cruda, lo fáciles que somos de reemplazar.

Mariela dijo...

Ni a ud ni a mí nos gusta lo que vamos a hacer. Entonces, sabe una cosa, mejor no lo hagamos.

Rulo dijo...

En el próximo capítulo, LA VENGANZA DE GONZALEZ!

Roque dijo...

Difícil que un hombre pueda hacerle roncha a una compañía... y aunque lo hiciera, su problema seguiría en pie.

Efraín dijo...

Es ingrato ser autor de la mala suerte.

Lola dijo...

De veras ud y yo tenemos hijos universitarios? Pero doc, haberlo dicho antes!

Facundo Negri dijo...

Si González hubiera trabajado en mi empresa, seguiría lo más campante. Yo soy de los que no ven la oportunidad cuando llega, y después la dejan pasar.

Anónimo dijo...

Lo mismo que le pasó a González en la empresa, me pasó a mí en mi matrimonio.

Lucas dijo...

Lo terrible no es enterarse antes o después, ni que actúen a tus espaldas. Lo terrible es quedarte sin laburo a los 50 años.

Marcia dijo...

No estoy de acuerdo con Lucas. Para mí lo terrible es la traición, que se te use como si fueses una cosa. Esas situaciones son las que te destrozan la vida. Quedar sin trabajo no es el fin del mundo, de alguna manera se soluciona. Pero lo otro te hiere muy profundo.

Irene dijo...

Sabe lo que pasó finalmente? González fue empleado por la competencia. Y una vez que asumió funciones, no tuvo más remedio que priorizar sus propios intereses. La historia de González tuvo un final feliz, pero en el mundo los problemas siguen siendo los mismos.