sábado, 8 de octubre de 2011

La violación metafórica

La vocación y el deseo no son tan flexibles sino que sólo ceden como cede alguien violado.

La violación es un delito sancionado con máximo rigor. A tal punto es repudiable que los violadores también son castigados por los compañeros de reclusión.

Dicen que la prohibición del incesto está fundamentada porque la descendencia podría presentar malformaciones, lo cual no es cierto. Los motivos parecen ser más bien económicos, pero lo que ahora me interesa comentar es que las transgresiones a esta prohibición son menos castigadas, excepto que estén asociadas a una violación.

En otros artículos (1) les he comentado que la fecundación ocurre (en la mayoría de los casos), porque la mujer intuye qué varón tiene los mejores genes para gestarle los mejores ejemplares.

Cuando ella desea a un hombre, este concurre a copular con ella con un deseo que, por su inevitabilidad, se parece a una necesidad.

En el momento del encuentro ella también está preparada física y mentalmente y así ocurre este fenómeno tan natural que resulta insólita la dramatización que hacemos de él.

Como lo único importante para los seres vivos es la inmortalidad de la especie (2), la función sexual es también la más importante y todas las demás funciones derivan de ella.

Explico mejor esto de «derivan de ella».

Los humanos actuamos metafóricamente. Nuestra conducta está determinada por el nivel de coherencia de esas metáforas.

La predisposición al coito, el amor, la atracción, la excitación, el deseo, la necesidad de reproducirnos tienen su correlato en el resto de nuestras actividades.

Si nuestro instinto desea trabajar al aire libre, estudiar botánica, tener una familia, gestar varios hijos, metafóricamente será una violación (frustración) todo lo que tengamos que hacer y no se parezca a esa atracción que la mujer siente por el hombre genéticamente más conveniente (satisfacción).

Nota: La imagen es un óleo de René Magritte, titulado La violación.

(1) «A éste lo quiero para mí»

«Soy celosa con quien estoy en celo»

«La suerte de la fea...»

(2) El espíritu en realidad es la sexualidad

Dios es [hacer el] amor

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4 comentarios:

Adrián dijo...

Creo que repudiamos con tanta fuerza el delito de violación porque sabemos que podríamos cometerlo fácilmente.

Malena dijo...

Cuando la vida que llevamos no se parece a la que querríamos llevar, podemos sentirnos violentados, forzados, violados, por no encontrar la forma de satisfacer nuestra propia voluntad.

Lucía dijo...

Le tememos al deseo, por eso no permitimos que se manifieste abiertamente. Sabemos por experiencia que el deseo es difícil de controlar.

Verónica dijo...

El deseo a la vez que nos arrastra, se esconde y escabulle.