domingo, 30 de octubre de 2011

La prohibición del incesto y su conveniencia

El funcionamiento del animal humano mejora y prolonga su vida cuando está sometido a presiones, dificultades, escaseces, estrés, incertidumbre, prohibiciones.

Nadie puede decir con certeza qué habría sido de nuestra especie si el incesto no fuera prohibido.

Aventuro una hipótesis: la población mundial no ascendería a 7.000 millones de personas como afirma Naciones Unidas y probablemente aún no se habría inventado la rueda o estaríamos por entender la fórmula del agua tibia.

¿Por qué esa odiosa prohibición es tan necesaria que si no existiera viviríamos en un primitivismo mayor al que padecemos?

La hipótesis que propongo en este artículo es que la represión es una fuente de energía humana aún no superada.

Olvídense de que la prohibición del incesto obedece a causas genéticas y que no debemos tener sexo con personas de la familia porque engendraríamos monstruos. Esto es un mito disparatado que sigue generando adeptos.

Según algunos antropólogos el origen de esta norma de hierro vigente en casi todas nuestras colectividades respondió a la necesidad de establecer lazos familiares pacificadores de las continuas luchas entre tribus vecinas.

Si nuestras mujeres quedan reservadas para los varones de la tribu vecina y ellos hacen lo mismo, terminaremos rodeados de tíos, sobrinos, nietos, cuñados, yernos, suegros, con los que la guerra podrá continuar pero con muchos menos derramamientos de sangre (como actualmente ocurre).

Sin embargo, esta explicación antropológica no está indicado el verdadero origen que nos llevó a establecer la prohibición.

Los humanos funcionamos bien cuando tenemos que superar ciertas resistencias (1). Las facilidades nos atrofian, nos vuelven apáticos, indolentes, aburridos, deprimidos y nada más complicado que renunciar a la madre, al padre o a los hermanos para saciar nuestro pujante deseo reproductivo (sexual).

En suma: los humanos somos la única especie que prohíbe el incesto porque necesitamos dificultades para mantenernos activos.

(1) Dependemos de la injusticia distributiva

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12 comentarios:

Catalina dijo...

Algunas personas, ante situaciones de estrés tienen su primer crisis.

Verónica dijo...

Estuve googleando y comprendí que lo de las causas genéticas no es la verdadera razón.

Hugo dijo...

La represión entonces sería frenar la energía que fluye en un sentido, para desviarla y que corra en otro.

Enrique dijo...

La represión de la energía provoca concentración y posterior multiplicación de la misma. Como si a un río le pusiéramos un dique.

Andrea dijo...

Al fin y al cabo la monogamia puede constituirse en una fuente de energía.

Tania dijo...

La vida está llena de dificultades, y supongo que serían muchísimas y las que tendrían que superar los seres humanos primitivos. Por eso parece raro que se haya tenido que recurrir a esa dificultad extra: la prohibición del incesto.
La teoría de la búsqueda de pacificación entre las tribus parece más razonable.

Anónimo dijo...

Las dificultades más la escacés, el estrés y la incertidumbre, me desesperan y me ahogan.

Carolina dijo...

Vio! necesitan googlear para darle la razón. Nadie es profeta en su tierra, Doc!

Valeria dijo...

No alcanzo a imaginarme como sería una vida sin dificultades.

Anónimo dijo...

en definitiva creo que el sexo puede ser una expresión de amor al más alto grado y por encima de deseos prohibidos

Anónimo dijo...

Soy Antropologo y esto de que "Según algunos antropólogos el origen de esta norma de hierro vigente en casi todas nuestras colectividades." Esto no es verdad, yo no se de donde saco la información este tipo que desinforma, el tabú del incesto se da en todas las culturas del mundo, es universal, a donde quieras que vayas ahí está, eso de que es creado para "establecer lazos familiares pacificadores de las continuas luchas entre tribus vecinas" es un mero simbolismo construido para crear parentesco, no se de donde lo saco y me encantaría que me lo dijera.

Fernando Mieres dijo...

Si me informa cuál es su nombre y su teléfono, lo/la llamaré con mucho gusto (a cualquier país) para que dialoguemos sobre un tema tan interesante.