Salvo excepciones de brevísimo plazo, es imprescindible que cada uno gane su dinero y cierre sus heridas corporales sin trasplantes ajenos.
Existen abundantes posibilidades de que el dinamismo (que otros llaman «alma» o «ánimo») está provocado fisiológicamente por las carencias (1) que ocurren en nuestro organismo, de forma similar a lo que ocurre en un vehículo cuando el medidor de combustible hace parpadear una luz roja indicándonos que debe hacerse la reposición correspondiente.
El hambre es como esa luz roja, pero también lo son el cansancio para descansar, el ardor para detener lo que excita demasiado la piel, el aburrimiento para saber que ya es hora de irnos de la fiesta.
Cuando aparecen estas sensaciones quedamos obligados a realizar acciones concretas (reales) y específicas (adecuadas a lo que hace falta).
Y eso que «hace falta» (provoca carencia, genera insuficiencia) es algo propio, personal, exclusivamente nuestro.
Podemos compararlo con una herida.
Un corte en la piel es una falta que reclama reparación, un agujero que exige relleno. El tejido abierto deberá cerrarse, cicatrizar.
En suma: Lo que llamamos ánimo (alma, ánima), son provocaciones naturales que nos obligan a movernos en busca de una solución.
Con este prólogo, vamos a ver qué ocurre con el dinero.
Para que el ánimo realmente dé vida (revitalice), esa carencia movilizadora debe provocar una reacción en quien la sufre y no en otros.
Se parece a cuando es necesario hacer un trasplante de tejido para cerrar una gran herida (quemadura, por ejemplo): lo más adecuado y saludable es el auto-trasplante (utilizar tejido sano del propio cuerpo). Por su parte, un tejido ajeno provocará el rechazo inmunológicamente.
En suma: Lo natural, saludable y quizá imprescindible, es que cada uno reaccione con su propio cuerpo a las carencias impuestas por la naturaleza. La ayuda externa es inútil o contraproducente.
(1) Los perjuicios de las donaciones
La tolerancia a la saciedad
Las molestias vitales
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12 comentarios:
A veces uno es el mejor curandero de si mismo. Pero a veces.
El problema con las carencias impuestas por la naturaleza, es que las samaritanas del amor cobran muy caro.
El dínamo que prende mi lucesita está cansado. Ya no quiere sobresaltos. Busca tranquilidad, evita el dolor, y si puede, trata de hacerse con algo de alegría.
El ardor me indica que debo detener lo que excita demasiado mi piel.
Basta de caricias!
... no... en realidad la piel está sobreexitada por falta de caricias...
Vengan las caricias!
A todos nos hace falta curar alguna herida.
Los agujeros no pueden rellenarse con cualquier cosa. Por ej, si uno los rellena de estropajo, puede que te confundan con un sillón y se te sienten arriba.
Tenemos que cambiar nosotros. No esperar a que cambien los demás. Ni esperar a que otros nos cambien.
Cuando el cuerpo se desborda de angustia, necesita a otro que lo contenga. A veces alcanza un abrazo. Y otras veces, en situaciones extremas, habrá que admitir que uno no puede y ponerse en las manos de otros.
Podemos acudir a lo más sano de nosotros y salir adelante.
Mi cuerpo ya reaccionó. Ahora quiero que des-reaccione. Porque el asma me está matando.
Mi novia me usó como transplante, para curar la herida que le dejó el novio anterior. Pero bueno, ahora ya quedé adherido a su piel.
Ser independiente económicamente, o casi independiente, o dependiente en todo caso del Estado y no de la familia, ahorra muchos malestares a la convivencia.
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