El estrés (preocupación, ansiedad, intranquilidad)
es desagradable pero, en dosis adecuadas, posibilita un mejor desarrollo de las
potencialidades individuales.
Lo que habré de comentarles es
una anécdota que quizá sea verídica o no, pero verán que esta diferencia es
irrelevante.
Según parece algunos
cultivadores de peces descubrieron que cosechan mejores ejemplares si en los
acuarios de cultivo introducen algún enemigo natural de la especie que se cría.
Lo diré con un ejemplo:
pensemos en un criadero de merluzas. Si en las grandes piletas se agrega un
tiburón, las merluzas tendrán mejor sabor pues el temor natural al depredador
hará que ellas desarrollen su máxima potencialidad genética. Por el contrario,
antes de agregarles esta amenaza, las merluzas se desarrollaban en tamaño pero
no en sabor. Eran más grandes (obesas) pero menos sabrosas.
El razonamiento que subyace es el siguiente:
Los depredadores siempre se comen a los
ejemplares más vulnerables porque los más aptos, huyen o se defienden. Por lo
tanto la tarea del tiburón es mantener a las merluzas en estado de alerta,
desplegando todas las potencialidades de la especie, a la vez que se irá
comiendo a las merluzas que nacieron con menos fortaleza.
Otra tarea del tiburón es la de quitar a los
ejemplares menos sabrosos, los más débiles, los enfermos, los ancianos. Por
esto la producción mejora en calidad: los peces que sobreviven son los mejores
y estos serán los mejor pagados por los consumidores humanos.
Ahora le comentaré por qué no es importante
saber si esto es verdad o no.
Si al leerlo usted tuvo la sensación de que es
«verdad», eso significa
que encuentra creíble que las amenazas que padecemos en nuestras sociedades
mejoran el crecimiento (desarrollo) de sus integrantes. Quizá también sea una
persona que acostumbra preocuparse porque considera que es un «mal necesario».
(Este es el Artículo Nº 1.947)
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