Quienes consiguen lo suficiente para vivir dignamente no tienen interés en hablar de eso. Quienes hablan, solo desean hablar.
En otro artículo (1) les
comentaba que las personas que triunfan, es decir, que obtienen logros, que
consiguen lo necesario para vivir dignamente, son personas que tienen una «necesidad genuina» de alcanzar esos objetivos. No son personas soñadoras, probablemente
tampoco hagan proyectos (2), en todo caso parecen tener rasgos obsesivos.
No es fácil para ninguno de
nosotros discriminar entre «necesidad genuina» y soñar con un objetivo
ideal.
Nos resulta fácil saber cuándo tenemos que comer, que dormir, que
evacuar el intestino o la vejiga, pero con las necesidades menos específicas
surge la ineptitud para identificarlas.
Sin embargo es probable que no haga falta ni que las identifiquemos ni
que las comentemos en voz alta para que nos encaminemos hacia su satisfacción.
Más aún: si tenemos necesidad de comentarlas con alguien seguramente no
sean «necesidades genuinas» sino simples deseos, sueños, aspiraciones,
fantasías que se agotan tan solo mencionarlas.
Hago mención a los rasgos obsesivos porque quien los padece no puede
reflexionar sobre ellos ni controlarlos: simplemente tiene que repetir acciones
innecesarias, revisar lo que sabe que ya está revisado, cumplir rutinas y ritos
compulsivamente.
Las «necesidades genuinas» no se satisfacen mediante proyectos,
simplemente buscamos comida para calmar el hambre, o una cama para descansar, o
un baño para evacuar.
Por lo tanto podríamos adelantar una conclusión: para tener éxito en la
vida necesitamos necesitarlo; necesitamos que nuestra necesidad de ganar dinero
suficiente sea tan impostergable como alimentarnos o dormir.
Quienes consiguen lo suficiente para vivir dignamente no tienen interés
en hablar de eso. Así como no necesitamos hablar de comer, dormir, ducharnos,
abrigarnos o evacuar, tampoco sentimos intereses por hablar de nuestras
«necesidades genuinas» pues directamente nos abocamos a satisfacerlas.
(Este es el Artículo Nº 1.928)
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