lunes, 15 de julio de 2013

Un contrato basado en la alegría de estar juntos



 
En condiciones normales podemos juntarnos durante el tiempo que dure la alegría de estar juntos, sin reglamentos ni vigilantes.

Una empresa es una unidad productiva en la que se concentran varias voluntades para interactuar con el mercado y alcanzar ciertos objetivos atractivos para los integrantes de la empresa.

Por ejemplo, cuatro personas comparten accidentalmente la misma mesa para almorzar en un Congreso y es tan notorio el buen entendimiento que circula entre ellos que uno dice: «Che, por qué no nos juntamos y armamos algo?».

Probablemente si estas personas no viven en el Río de la Plata digan lo mismo pero con otro registro de habla.

Por ejemplo, dos personas comparten accidentalmente la misma mesa para almorzar en un Congreso y es tan notorio el buen entendimiento que circula entre ellos que uno dice: «Che, me gustaría que viviéramos juntos para conocerte más».

Luego de leer estos dos ejemplos lo repito, pero con algunas modificaciones:

Una empresa es una unidad productiva en la que se concentran dos o más voluntades para interactuar con el resto de la sociedad y alcanzar ciertos objetivos atractivos para sus integrantes, como por ejemplo: ganar dinero, tener hijos, realizar un proyecto común, acompañarse, y, en todos los casos, disfrutar de la vida.

Este último punto es el más importante: disfrutar de la vida.

Nuestra cultura cristiana, gris y sufriente, ve con malos ojos la alegría humana, excepto que se practique en una iglesia bajo la vigilancia de algún sacerdote de paternidad prohibida.

El celibato de estos funcionarios demuestra, sin más pruebas, que la Iglesia Católica no predica con el ejemplo, que solo aconseja con un discurso emitido desde grandes construcciones, arquitectónicamente muy bellas y costosas.

En condiciones normales podemos juntarnos durante el tiempo que dure la alegría de estar juntos, sin reglamentos ni vigilantes.

(Este es el Artículo Nº 1.941)

No hay comentarios: