martes, 16 de julio de 2013

Personas y objetos queridos



 
Nuestros seres queridos, presididos por mamá y nuestros objetos queridos, presididos por el dinero, nos ayudan a vivir.

Hablemos del amor.

Quienes hablamos de algo tenemos la costumbre de referirnos a definiciones y clasificaciones.

Quizá lo hacemos para tratar de quitarnos la angustia que sentimos cuando no sabemos por dónde empezar o para quitarnos el temor que nos provoca una hoja blanca que parece apremiarnos con un imperativo «¡¿Y...?!», como queriéndonos apurar en alguna definición comprometida.

Otra costumbre es la de empezar por el principio, sobre todo porque a nadie se le ocurriría criticar a alguien que haga algo tan obvio como «empezar por el principio».

— Mamá nos ama porque fuimos parte de su cuerpo y porque ella tarda años, y hasta décadas, en asumir que dejamos de ser parte de su cuerpo. Por lo tanto el primer amor es narcisista: nos ama por transitiva, por inercia, porque somos «carne de su carne»;

— Amamos a mamá por similares sentimientos narcisistas, en tanto a tan corta edad, nuestro Sistema Nervioso Central aún no se da cuenta si somos parte de ella o ella es parte de nosotros;

— Podemos pensar que amamos nuestro cuerpo porque este parece ser el encargado de mantenernos con vida. El instinto de conservación nos inspira sentimientos positivos, amorosos, de atracción hacia todo lo que nos mantenga con vida. Por lo tanto, el amor narcisista a nuestro cuerpo podría estar motivado porque sentimos que él nos mantiene con vida;

— Esto nos aproxima a concluir que amamos todo aquello que nos mantenga con vida, tanto sean personas como objetos;

— Más precisamente podríamos concluir que amamos a nuestros seres queridos, presididos por mamá, en tanto nos ayuden a vivir y más precisamente podríamos concluir que amamos a nuestros objetos, presididos por el dinero, en tanto nos ayuden a vivir.

(Este es el Artículo Nº 1.942)

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