La mayoría de quienes creen en Dios optan por
mantenerse independientes (individualismo) del resto de quienes probablemente
compartan su creencia.
Para ser especialista en
cáncer (oncología) no se exige haber padecido esa enfermedad. Con similar
criterio quiero compartir con ustedes un comentario que refiere a la
religiosidad a pesar de que soy ateo.
En un artículo anterior (1)
les comentaba que una mayoría de personas adora la perfección y deplora la
imperfección.
Esto es así porque esa mayoría
entiende que la vida es molesta porque las cosas no andan del todo bien y
suponen que si no fuera por nuestras imperfecciones (somos mortales, mentimos,
nos cansamos, sentimos dolores, dejamos de amar a quien amábamos, tenemos
vicios, buscamos el placer físico)..., si no fuera por nuestras imperfecciones,
decía, viviríamos bien y hasta no cometeríamos el error de morirnos J.
El fuerte apego que la mayoría
siente por la perfección se manifiesta creyendo que existe un Dios perfecto,
omnipotente, que todo lo sabe y que es inmensamente justo, es decir: tiene todo
lo que nos falta.
Según puedo observar esa
mayoría podría estar compuesta por tres grupos de personas:
— El grupo mayoritario está
compuesto por «creyentes», esto es, personas que tienen una aproximación moderada a
Dios, que se autodefinen creyentes, que no adhieren a ninguna congregación en
especial y que conciben el fenómeno religioso a su modo, como prefieren, según
su criterio;
— El grupo minoritario-mayor, está compuesto por «religiosos», esto es,
personas que son «fieles y exactos en el cumplimiento del deber» que les impone
una cierta doctrina (católicos, luteranos, pentecostales);
— El grupo minoritario está compuesto por los «clérigos», esto es,
«personas que han recibido la orden sagrada», con dedicación total,
disciplinados para cumplir las órdenes de su iglesia.
La mayoría no obedece a nadie y una minoría sí obedece.
(Este es el Artículo Nº 1.932)
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