martes, 23 de julio de 2013

Disimulamos la necesidad de amor



 
Somos débiles disfrazados de fuertes, necesitados de amor. Tenemos que disimularlo por razones de estrategia social y márquetin afectivo.

— «No me importa que hablen mal de mí. Me preocuparía que no hablen de mí».

«Él es terriblemente mujeriego, alcohólico y juerguista, pero todas las noches duerme en mi cama».

— «A veces me trata con rudeza extrema, pero sé que me ama. Lo que pasa es que tiene un vocabulario muy restringido».

— «¡No sé qué le habré hecho! Cuando entró, no me saludó».

Nuestras preferencias no están sujetas a la lógica, ni al sentido común, ni mucho menos a lo que sería un imaginario ser humano ideal.

Pero algo se podría afirmar con bastantes probabilidades de acierto: «Necesitamos ser amados».

La sensación de que somos aceptados, queridos, solicitados, importantes, es imperiosa, aunque por razones culturales debamos disimularlo.

¿Por qué tenemos que disimularlo? Porque también necesitamos mostrarnos fuertes, autosuficientes, un poco indiferentes, casi invulnerables.

¿Por qué necesitamos mostrarnos tan fuertes? ¡¡Porque necesitamos ser amados!!

Efectivamente: somos queridos siempre y cuando podamos ser tan útiles como una madre con su hijo pequeño. El vínculo materno infantil es el modelo de amor predominante. Por eso amamos a quienes podrían ayudarnos, protegernos, salvarnos.

Lo cierto es que somos y funcionamos como niños pequeños aunque por razones de estrategia social, de márquetin afectivo, tenemos que aparentar una fortaleza y autosuficiencia falsas.

La firmeza, la seguridad en nuestras opiniones, la solvencia económica, el prestigio, son características necesarias para que muchas personas nos miren anhelantes de nuestro favor, atención, cuidado, protección, colaboración.

La situación es bastante insostenible porque es falsa, impostada, teatralizada. Solo creen en nuestro aparente poder quienes por su precariedad intelectual y afectiva no están en condiciones de elegir ya que cualquier favor les vendría bien.

En suma: somos débiles disfrazados de fuertes, necesitados de amor.

(Este es el Artículo Nº 1.949)

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