sábado, 27 de julio de 2013

El amor sin palabras pero con regalos



 
La publicidad nos chantajea instalando la idea de que si no hacemos regalos es porque no amamos.

En otro artículo (1) acusé a las prácticas médicas de empobrecer indirectamente nuestra capacidad de comunicarnos mediante el habla.

El argumento es que los médicos casi no nos escuchan pues para ellos es más práctico ordenar una cantidad de exámenes que tratar de entender las incoherentes descripciones que solemos hacer quienes los consultamos como último recurso, porque no hay más remedio, asustados por la situación, temiendo un diagnóstico trágico, imaginando la implementación de procedimientos terapéuticos invasivos, cruentos, insoportables, temiendo un cambio de vida drástico, empobrecedor de nuestra calidad de vida, irreversible, angustiante.

No saber hablar nos empobrece notoriamente pues quedamos afuera de la sociedad, perdemos capacidad de aportar y de defender nuestras ideas, perdemos posibilidades de dialogar, negociar, reclamar, reivindicar, civilizadamente.

Hace más de tres años les comentaba en otro artículo (2) que el desarrollo de la función simbólica que nos permite hablar es imprescindible para poder convertir nuestros instintos más primitivos en otros mejor adaptados a la convivencia civilizada. Por ejemplo, en vez de dirimir nuestras diferencias de criterio por medios violentos, podemos hablar, dialogar, persuadir, o, en vez de reproducirnos sin ninguna planificación familiar podemos sublimar el instinto sexual para realizar otras formas de producción, mejor adaptadas a perfeccionar la calidad de vida propia y ajena.

En este artículo les comento otro motivo que nos debilita el desarrollo de la función simbólica y, sobre todo, del habla.

La economía de mercado nos induce sutilmente para que nuestras expresiones de afecto sean hechas sin palabras y con obsequios.

Los comerciantes invierten en publicidad que nos chantajea masivamente, instalando la idea de que si no hacemos regalos el día de la madre o del abuelo o del amigo, no demostramos quererlos.

   
(Este es el Artículo Nº 1.953)

No hay comentarios: